La consulta popular es un mecanismo previsto en la
Constitución Política del Ecuador, artículo 103 que dice “…La decisión adoptada
será obligatoria si el pronunciamiento popular contare con el respaldo de la mayoría
absoluta de votantes”
El artículo 104 de la referida Constitución determina: “El
Presidente de la República podrá convocar a consulta popular en los siguientes
casos:
1.
Para
reformar la Constitución, según lo previsto en el artículo 283.
2.
Cuando,
a su juicio, se trate de cuestiones de trascendental importancia para el país,
distintas de las previstas en el número anterior“
El mencionado artículo 283 es una camisa de fuerza que impide
que el pueblo y el Presidente en su caso particular, resuelvan proponer reformas
de fondo, sin antes contar con el visto bueno de la Asamblea Nacional vigente,
que tiene mayoría del movimiento político “Alianza País“ al cual pertenece el actual gobernante.
Luego de una década de debacle institucional (2007-2017) en el
Ecuador, obra del anterior gobierno perteneciente al mismo movimiento político,
cabe preguntarse: ¿Es viable que el actual gobernante proponga e impulse
reformas fundamentales, a través de una consulta popular, contando con la venia
de la Asamblea Nacional y que con las mismas se busque restituir la destruida
institucionalidad, cuando aún permanece incólume la estructura partidista de
Alianza País en los cinco poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial,
Electoral y de Participación Ciudadana)?
¡La respuesta es no!
El ecuador no necesita
medidas cosméticas, parches que frenen de alguna manera el gran descontento
popular existente por la mega corrupción que dejó de herencia el anterior
gobierno y que no tiene visos de judicializarse bajo la real tipificación
jurídica en función de la naturaleza de los delitos cometidos, por la aparente
complicidad de la Fiscalía, Organismos de Control y la Función Judicial.
La brumosa luna de miel que existe entre el actual gobierno y
una buena parte de la ciudadanía, especialmente por la forma de relacionarse,
es un dique de débil resistencia que puede ceder en corto plazo si no hay un
verdadero “cambio”
Para que tenga sentido y contribuya a cimentar las bases de
una verdadera democracia republicana, Ecuador necesita que la consulta popular, contenga temas que
permitan realizar reformas estructurales que desaten la camisa de fuerza que
los socialistas del siglo XXI, introdujeron en la Constitución Política
hiperpresidencialista del 2008 y las posteriores reformas a la misma realizadas
por la Asamblea Nacional sumisa al Gobierno.
La única vía posible y eficaz para cambiar el “statu quo” debería
nacer de la movilización ciudadana, pacífica pero firme, que exija desmontar el
andamiaje de Leyes y vínculos de hermandades, que han sido creados por un ex – presidente
y una corte de sumisos y cómplices, con el propósito de controlar el poder
total a cualquier costo (autocracia) y por un largo tiempo.
No existe actualmente en el Ecuador la menor confianza en:
·
- La Asamblea Nacional y la mayoría de sus integrantes;
- · La estructura de la Función Judicial, muchos de sus miembros y su falta de independencia;
- · La estructura del Consejo Nacional Electoral, sus integrantes y su falta de transparencia e independencia; y,
- · La estructura, competencias y propósitos del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y su evidente complicidad en la elección de altos funcionarios de otros poderes del Estado.
Nada de esto será posible cambiar con una consulta popular
que sea tamizada en la Asamblea Nacional, que no acabe de raíz con toda la red de
complicidad forjada. La cirugía mayor debería empezar por dejar cesantes en sus
funciones, ahora, a la gran mayoría de los actuales funcionarios de alto rango
del poder ejecutivo (que trabajaron en el gobierno anterior) y a todos los altos
funcionarios de los otros poderes del Estado.
Lo contrario solo será una función de fuegos pirotécnicos.
“Todo el estudio de los políticos se emplea en cubrirle el rostro a la mentira para que parezca verdad, disimulando el engaño y disfrazando los designios“(Diego de Saavedra Fajardo)