martes, 30 de julio de 2019

GUERRA COMERCIAL: ¿ESTRATEGIA ECONÓMICA O POLÍTICA?


La polémica disputa en el tema de aranceles entre Estados Unidos y China, registrada en el argot económico como “guerra comercial”, tiene su origen en marzo del año 2018, cuando el presidente de EE.UU, Donald Trump, amenaza a China con imponerle aranceles si no toma una serie de medidas comerciales a fin de que los productos de exportación estadounidenses,  ingresen a ese país con menos trabas arancelarias y se eliminen prácticas desleales, cuyo objetivo era reducir el saldo negativo para USA de la balanza comercial entre los dos países.

Esta amenaza se hizo realidad a partir del siguiente mes de abril, con la imposición de aranceles por 100.000 millones de dólares a varios productos importados de China.

Entre otros productos de origen chino afectados con el incremento de aranceles por parte de Estados Unidos constan: semiconductores, productos químicos y plásticos, motocicletas, productos de consumo,  materiales para la construcción, partes de vehículos, etc.

China por su parte y en represalia también impone mayores aranceles a la importación de productos originarios de Estados Unidos, entre otros: combustibles, carbón, chatarra de cobre, equipos médicos, autobuses,  automóviles, productos agrícolas, etc.

Este “toma y daca” sigue hasta la actualidad (16 meses) pese a que existe desde agosto del año 2018, rondas de negociaciones entre representantes de los dos países para poner fin a este conflicto comercial.

Se estima que la relación comercial entre China y Estados Unidos representa un monto de aproximadamente 360.000 millones de dólares al año.

Pero se preguntan muchos analistas económicos y políticos de varias partes del mundo: ¿Qué hay en el trasfondo de la llamada “guerra comercial” en un mundo globalizado y en el cual el libre comercio es un paradigma?

Algunos politólogos sostienen que las elecciones presidenciales a realizarse en Estados Unidos el próximo 3 de noviembre del año 2020, y para la cual el actual presidente Donald Trump se postuló el 18 de junio del presente año como candidato para la reelección, por un período de cuatro años más. 

En realidad su intención de continuar en el poder, dicen varios analistas, aconteció a raíz de la juramentación del cargo de Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, en enero del año 2017.

En esta línea de pensamiento se sostiene, que la guerra comercial con China es una treta que estaría usando Trump para despertar cierto nacionalismo, como consecuencia de la invasión de productos de origen chino en el mercado estadounidense y así, contentar a buena parte de sus seguidores y gente xenófoba y racista, que ven en la política arancelaria del gobierno un acierto para la economía de los Estados Unidos y una medida adecuada para cumplir con el slogan de campaña: “Make America Great Again”

Pero según fuentes como el Fondo Monetario Internacional – FMI y el Banco Mundial, los efectos económicos de la “guerra comercial” entre China y Estados Unidos, ya están pasando factura a las economías de los dos países y hay evidencias de repercusión negativa para toda la economía mundial.

El proteccionismo, derivado del aumento de las tasas arancelarias a muchos productos materia del intercambio comercial entre estos dos países, afecta principalmente: la inversión, empleo, productividad y por ende las tasas de crecimiento económico de muchos países que comercian con China.

La desaceleración registrada en la economía de China, impacta a varios países que exportan básicamente materias primas a ese país, principalmente: minerales, productos primarios agropecuarios, alimentos en conservas, petróleo, etc. Por la caída registrada en la demanda.

El FMI estima que el impacto del incremento de aranceles entre Estados Unidos y China, podría afectar al Producto Interno Bruto – PIB mundial para el año 2020, con una reducción relativa del 0.5%, que en términos absolutos equivaldría aproximadamente a 455.000 millones de dólares.

Entre otras consecuencias de esta disputa comercial, ya se puede apreciar una reducción en el precio de materias primas, alza del dólar e impacto negativo en las empresas y sobre todo en la confianza empresarial.

La incertidumbre va creciendo día a día y se ha propagado a nivel mundial.

Es evidente que desde el punto de vista económico la “guerra comercial” no beneficia a USA, peor a China y al resto del mundo.

¿Se podría afirmar que la intención del Presidente Trump es meramente política? ¿Un caballo de Troya para ganar las elecciones de noviembre del 2020?

“La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo” (Platón)

lunes, 15 de julio de 2019

ECUADOR: ¿CONSULTA POPULAR Y REFERÉNDUM CONSTITUCIONAL?


La Constitución de la República del Ecuador vigente desde el año 2008, constituye el génesis de la debacle jurídica en la que se encuentra actualmente la institucionalidad en el país.

Nace como un proyecto ideológico de fuerzas oscuras que pretendieron por la vía de una Constituyente, dejar por el suelo a la Constitución del año 1998, objetivo que fue alcanzado mediante referéndum. En este mamotreto participaron diversos “personajes” de la vida política ecuatoriana, todos ellos para el olvido.

En su construcción y articulado se produjeron entre otras las siguientes aberraciones: excesivos artículos 444, introduce el híper-presidencialismo en desmedro del contrapeso de poderes, es en exceso garantista, incurre en el absurdo de crear dos poderes adicionales a los propios de una República (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) o sea la Función de Transparencia y Control Social y la Función Electoral, y al mejor estilo demagógico, maltrata la lengua castellana imponiendo expresiones absurdas para nombrar a hombres y mujeres en su texto, como lo define el Art. 6 “ Todas las ecuatorianas y los ecuatorianos son ciudadanos y gozarán de los derechos establecidos en la Constitución”

En Ecuador vamos aproximadamente 11 años enredados con una Constitución (2008) que tiene artículos contradictorios, oscuros, abiertos a cualquier interpretación, etc. Por lo que resulta imperativo una reforma integral a la actual Constitución.

¿Cómo hacerlo?

1. En lo inmediato, mediante Consulta Popular;
2. En el corto plazo, mediante reformas a la Constitución (Asamblea Nacional); y,
3. En el mediano plazo, mediante una nueva Constituyente, que deje en el archivo la actual Constitución.

1. En lo inmediato:

Considero que por la débil institucionalidad existente en el país, que se evidencian entre otros casos por lo que acontece con el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social –CPCCS, que pretende abrogarse funciones que no tiene, para “revisar el proceso administrativo de selección y designación de los jueces de la Corte  Constitucional efectuado  por el Consejo Transitorio –CPCCS anterior”, y así, permitir que los actos de corrupción del anterior gobierno (2007-2016) queden en la impunidad y sus responsables no devuelvan el dinero mal habido, producto de comisiones, sobreprecios y demás delitos cometidos en la contratación de la obra pública.

Esta decisión de mayoría (topos del correismo) busca crear inestabilidad política para con posteriores acciones, cambiar a los actuales responsables de los organismos de control, crear inseguridad jurídica en el país y “A río revuelto, ganancia de pescadores”, en las próximas elecciones.

Para lo anteriormente expuesto, es necesario que el poder ejecutivo convoque a una Consulta Popular para eliminar al CPCCS, organismo que depende del cuarto poder creado (Función de Transparencia y Control Social)

2. En el Corto Plazo:

La Asamblea Nacional debe reformar la Constitución vigente en temas puntuales que permitan corregir aspectos que puedan ser resueltos mediante Enmiendas Constitucionales, entre otros:

+Limitar la función nominadora del CPCCS.
+Establecer mecanismos para transparentar los procesos electorales.
+Mayores controles a los Partidos y Movimientos Políticos.

3. En el Mediano Plazo:

El poder constituyente radica en el pueblo, por lo que está en su derecho reclamar un Referendo Derogatorio para dejar sin efecto la actual y oprobiosa Constitución, que es una verdadera afrenta pública.

Para el efecto, se debería conformar una Comisión Técnica y multiprofesional, con la participación de la Academia, las Organizaciones Civiles representativas a nivel Nacional, ONG’s, reputados constitucionalistas que no pertenezcan a Partidos o Movimientos Políticos, y personas de probada integridad, capacidad y experiencia en diversas disciplinas, para que redacten un proyecto de Ley, el cual mediante Referéndum, permita con el voto popular tener una nueva Constitución, que elimine los vicios y trampas creadas por los socialistas del siglo XXI.

“La Constitución es el alma de los Estados” (Isócrates)