jueves, 25 de abril de 2019

CORRUPCIÓN: ¿PRIMER PODER?


Presenciamos con indignación, repudio e impotencia como la corrupción ha echado raíces en el mundo, convirtiéndose en una metástasis que se ha tomado el cuerpo de la sociedad.

Las múltiples formas en que se manifiesta la corrupción y su repercusión han llegado a tal nivel, que no solo erosiona las finanzas públicas de un Estado, el patrimonio de las empresas y la esperanza de un mejor nivel de vida de la gente vulnerable, sino que afecta de manera significativa el estado de derecho y la auténtica democracia, pero también, constituye un factor de relevancia en las decisiones de inversión interna y externa de cualquier país.

La variable grado de corrupción tiene un peso muy significativo entre las consideraciones para medir el riesgo país, dejando de ser un elemento cada vez menos subjetivo.

Los avances tecnológicos presentes en el siglo XXI en materia de comunicaciones, acceso a información y las redes internacionales existentes para luchar contra la corrupción a nivel mundial (lavado de dinero, narcotráfico, empresas de papel, paraísos fiscales, etc.) dan cuenta de enormes flujos de dinero mal habidos que se encuentran fuera de sus orígenes.

Pero lejos de que la peste de la corrupción se reduzca, va camino a convertirse en una pandemia.

La democracia y la institucionalidad están heridas de gravedad en razón de que esta epidemia se ha introducido en todos los estamentos de la sociedad, socavando los símbolos que enorgullecían a familias y países, como son los principios y valores éticos y morales de los cuales mucho se preciaban ostentarlos.

Con el tiempo el valor de la palabra se sustituyó con el respaldo de títulos ejecutivos, el sueño personal de “ser” por “tener”.

La aspiración de muchos individuos en la sociedad actual no es adquirir conocimientos y destrezas y entregarlos en función social, por el contrario, son medios para un fin “superior” concentrar riquezas y poder.

¿Pero cual es el génesis de este mal?

No es otro que la política convertida en politiquería y el renacimiento del populismo que anida en toda población pobre en educación y cultura.

La pobreza en educación y cultura muta a pobreza económica y social, y es el caldo de cultivo donde los políticos populistas se enquistan con mesianismos trasnochados, con carátulas de izquierdistas, socialistas, comunistas y otros membretes caducados.

Vemos con estupor e impotencia como la corrupción penetró todas las instancias de las funciones públicas (ejecutiva, legislativa y judicial) con tal repercusión que se podría expresar sin exageración, que se ha convertido en el “primer poder” del Estado en muchos países de América Latina, África y Asia, principalmente.

Hay una apremiante necesidad de recuperar la familia, núcleo de valores, donde los padres entiendan que son los principales maestros de sus hijos y que se educa con el ejemplo, con el “buen ejemplo”. 

Recuperemos la dignidad, el dinero debe ser un medio y no el fin de una existencia.

“Enseñemos a nuestros hijos, nietos y bisnietos, que el fin no justifica los medios”

La probidad es un mérito, el sacrificio es un mérito, la humildad es un mérito, la solidaridad es un mérito.

Desterremos el ejemplo de los politiqueros que llegan al poder no por sus méritos, sino rebuscando los deméritos de los demás.

Denunciemos con valentía que somos engañados en nuestros países, cuando se proclama con grandilocuencia las acciones para recuperar el dinero mal habido producto de la corrupción. La falta de resultados concretos y de transparencia, nos llevan a pensar que protervos intereses entre individuos enquistados en los poderes del estado, protegen a mafias que se llevaron por miles de millones los recursos públicos.

Caso contrario: ¿Por qué hasta la presente fecha no existe una Ley de Extinción de Dominio” que permita de manera ágil y en derecho, recuperar dinero, bienes inmuebles títulos valores, etc., producto de recursos públicos mal habidos y que están en manos de vulgares delincuentes y sus testaferros?

“La honestidad y la transparencia de hacen vulnerable. De cualquier forma sé honesto y transparente” (Madre Teresa de Calcuta)

martes, 16 de abril de 2019

VENEZUELA: ¡DE LAS PALABRAS A LAS ACCIONES !


La hecatombe de Venezuela tiene su génesis a partir del 2 de febrero de 1999, fecha en la cual el coronel Hugo Rafael Chávez Frías, asume la Presidencia de este rico y vasto país, hasta el 2013 año de su fallecimiento.

A partir del 19 de abril del año 2013, le sucede en el poder el sindicalista Nicolás Maduro Moros, hombre de confianza de Chávez y de Fidel Castro, para el período 2013-2019. Ganando las elecciones con el 50,61% de los votos escrutados (“se presume que hubo fraude electoral”)

Maduro usando artimañas aprendidas como: guardaespaldas, sindicalista, militante político de conveniencia y amigo de Chávez cuando los dos se conocieron en la cárcel, emerge en el Gobierno de la dictadura chavista como hombre de confianza y fiel obediente de “la causa del socialismo del siglo XXI”.

El Tribunal Supremo de Justicia -TSJ (de corte chavista-madurista) en marzo de 2017 desconoce a la Asamblea Nacional de Venezuela, legítimamente vigente y conformada con mayoría de la oposición y se abroga sus facultades constitucionales.

Posteriormente el gobierno de Maduro en mayo de 2017, convoca la elección de una Asamblea Constituyente ignorando la facultad y competencia para este asunto de la Asamblea Nacional legítima, la Constitución vigente y con la oposición de la gran mayoría de la institucionalidad venezolana.

La abrogación inconstitucional de facultades, la convocatoria y los resultados de las elecciones adelantadas por el gobierno para mayo de 2018, son rechazados por la oposición, la mayoría de los venezolanos, así como, por la comunidad internacional por considerarlos fraudulentos.

Maduro pretende tomar posesión de un nuevo mandato presidencial 2019-2024 pero la Asamblea Nacional de Venezuela con legitimidad, declara en enero de 2019 la usurpación del cargo de presidente, en base al artículo 233 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

El presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó Márquez es declarado por la misma el 10 de enero de 2019, como presidente encargado, desconociendo por lo tanto a Nicolás Maduro, como tal y declarándolo usurpador de funciones.

La Asamblea Nacional Bolivariana y el Tribunal Supremo de Justicia (en el exilio) legítimos órganos de poder, han venido recibiendo el reconocimiento y apoyo internacional a través de diferentes foros internacionales (ONU, OEA, Comunidad Europea, Grupo de Lima, países de varios continentes, etc.) para la reinserción de una auténtica democracia en Venezuela.

La crisis económica, política y social por la que atraviesa Venezuela, con un éxodo de aproximadamente 3.5 millones de personas y que no se detendrá mientras siga en el poder (apoyo militar) Maduro, más la lacerante situación del pueblo, que pasa por la peor escasez de alimentos, medicinas, atención médica, falta de agua potable, energía eléctrica, combustibles, etc. y que es una circunstancia solo comparable “en situaciones de guerra”, no debe y puede continuar.

La comunidad internacional a apoyado innumerables diálogos entre Maduro y la oposición para llegar a acuerdos que permitan detener el desangre de humano y económico de Venezuela, pero la dictadura apoyada ideológicamente y con servicios de inteligencia principalmente por Cuba (también por Rusia) ha engañado a la oposición, a los mediadores (incluido el Vaticano) y a su propio pueblo, con el fin de mantenerse en el poder y medrar de los recursos públicos.

En esta cruzada por Venezuela lo que ha primado ha sido la retórica (salvo los Estados Unidos que ha tomado medidas económicas y de sanción para determinados funcionarios del régimen madurista, políticos, militares y familiares) pero el resultado aparente es que el cartel mafioso, autócrata, narco-guerrillero y desfalcador, sigue secuestrando la institucionalidad, la población y el futuro del país.

¡Desde hace meses atrás que se debió pasar: “de las palabras a las acciones”!

Hay que decir con absoluta claridad los que pasa en Venezuela bajo el régimen de Maduro y la cúpula de secuaces civiles y militares es: “crimen de lesa humanidad” que nos otra cosa que actos inhumanos graves, ya que según la Corte Penal Internacional se darían los dos requisitos: “la comisión como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, y con conocimiento de dicho ataque”.

Los actos inhumanos cometidos por el régimen de Maduro, entre otros son: asesinatos, deportación o traslado forzoso de población, encarcelamiento, tortura, violación, persecución de grupos, desaparición forzada de personas, impedir que ingrese ayuda humanitaria internacional pese a la crisis de alimentos, medicinas y servicios médicos, etc. que padece la población.

Existen casos de juzgamiento bajo este hecho en la historia: Convención sobre los usos y las leyes de la guerra terrestre-La Haya (1907), Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg (1945), Tribunal Militar Internacional de Tokio (1946), Tribunales Penales Ad Hoc para la ex Yugoslavia (1993). Fuente: Bassiouni, Ch. y Gravier, B. y J.M. Elchardus.

Nadie en sus cabales pretende que un país o una coalición de países invadan militarmente y se tomen por la fuerza Venezuela, masacrando a la población civil.

¿Por qué no aplicar leyes nacionales e internacionales vigentes, para casos como el venezolano?:

1.Que la Asamblea Nacional de Venezuela aplique el artículo 187, numeral 11 para que autorice el ingreso de misiones militares extranjeras en el país (bajo ciertas condiciones)

2.Que la Organización de Naciones Unidas-ONU aplique el artículo 139 de la Carta Magna que faculta a la comunidad internacional (miembros) a utilizar medios diplomáticos, humanitarios y “otros medios pacíficos apropiados” para proteger a la población.

3.Que la Organización de Estados Americanos -OEA aplique el concepto de Responsabilidad de Proteger en el contexto de la Carta Democrática (2001) para la resolución de conflictos en sus países miembros.

La “diplomacia” utiliza de manera general el cliché de “no intervención en los asuntos de otros países”, pero el caso venezolano no es cualquier caso para una olímpica salida diplomática y para que los políticos se laven las manos como Pilatos.

Estamos ante un caso único de un país que en situación de paz con otros países, sufre la peor de las crisis humanitarias causada por una dictadura que: ha usurpado el poder, ha robado los recursos públicos, mata, secuestra, viola, persigue y se ha convertido en rehén de: “acreedores” de dinero e interés geopolítico (Rusia y China) sustento económico y de influencia regional de una dictadura de ideología trasnochada  (Cuba) y de odio religioso (Irán y Turquía)

¡Juan Guaidó y Venezuela están acompañados por muchos países, pero más solos que nunca ¡

“Vivimos en un tiempo maravilloso, en el que el fuerte es débil debido a sus escrúpulos y el débil se fortalece debido a su audacia” (Henry Kissinger)