miércoles, 20 de septiembre de 2017

¡CONSULTA POPULAR! - ¿PARA QUÉ?



La consulta popular es un mecanismo previsto en la Constitución Política del Ecuador, artículo 103 que dice “…La decisión adoptada será obligatoria si el pronunciamiento popular contare con el respaldo de la mayoría absoluta de votantes”

El artículo 104 de la referida Constitución determina: “El Presidente de la República podrá convocar a consulta popular en los siguientes casos:

1.      Para reformar la Constitución, según lo previsto en el artículo 283.
2.      Cuando, a su juicio, se trate de cuestiones de trascendental importancia para el país, distintas de las previstas en el número anterior“

El mencionado artículo 283 es una camisa de fuerza que impide que el pueblo y el Presidente en su caso particular, resuelvan proponer reformas de fondo, sin antes contar con el visto bueno de la Asamblea Nacional vigente, que tiene mayoría del movimiento político “Alianza  País“ al cual pertenece el actual gobernante.

Luego de una década de debacle institucional (2007-2017) en el Ecuador, obra del anterior gobierno perteneciente al mismo movimiento político, cabe preguntarse: ¿Es viable que el actual gobernante proponga e impulse reformas fundamentales, a través de una consulta popular, contando con la venia de la Asamblea Nacional y que con las mismas se busque restituir la destruida institucionalidad, cuando aún permanece incólume la estructura partidista de Alianza País en los cinco poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y de Participación Ciudadana)?

¡La respuesta es no!

El  ecuador no necesita medidas cosméticas, parches que frenen de alguna manera el gran descontento popular existente por la mega corrupción que dejó de herencia el anterior gobierno y que no tiene visos de judicializarse bajo la real tipificación jurídica en función de la naturaleza de los delitos cometidos, por la aparente complicidad de la Fiscalía, Organismos de Control y la Función Judicial.

La brumosa luna de miel que existe entre el actual gobierno y una buena parte de la ciudadanía, especialmente por la forma de relacionarse, es un dique de débil resistencia que puede ceder en corto plazo si no hay un verdadero “cambio”

Para que tenga sentido y contribuya a cimentar las bases de una verdadera democracia republicana, Ecuador necesita que la consulta popular, contenga temas que permitan realizar reformas estructurales que desaten la camisa de fuerza que los socialistas del siglo XXI, introdujeron en la Constitución Política hiperpresidencialista del 2008 y las posteriores reformas a la misma realizadas por la Asamblea Nacional sumisa al Gobierno.

La única vía posible y eficaz para cambiar el “statu quo” debería nacer de la movilización ciudadana, pacífica pero firme, que exija desmontar el andamiaje de Leyes y vínculos de hermandades, que han sido creados por un ex – presidente y una corte de sumisos y cómplices, con el propósito de controlar el poder total a cualquier costo (autocracia) y por un largo tiempo.

No existe actualmente en el Ecuador la menor confianza en:
·       
  •          La Asamblea Nacional y la mayoría de sus integrantes;

  • ·        La estructura de la Función Judicial, muchos de sus miembros y su falta de independencia;

  • ·    La estructura del Consejo Nacional Electoral, sus integrantes y su falta de transparencia e independencia; y,

  • ·        La estructura, competencias y propósitos del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y su evidente complicidad en la elección de altos funcionarios de otros poderes del Estado.

Nada de esto será posible cambiar con una consulta popular que sea tamizada en la Asamblea Nacional,  que no acabe de raíz con toda la red de complicidad forjada. La cirugía mayor debería empezar por dejar cesantes en sus funciones, ahora, a la gran mayoría de los actuales funcionarios de alto rango del poder ejecutivo (que trabajaron en el gobierno anterior) y a todos los altos funcionarios de los otros poderes del Estado.

Lo contrario solo será una función de fuegos pirotécnicos.

“Todo el estudio de los políticos se emplea en cubrirle el rostro a la mentira para que parezca verdad, disimulando el engaño y disfrazando los designios“(Diego de Saavedra Fajardo)