domingo, 21 de marzo de 2021

ECUADOR: ¿SEREMOS UNA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA O UN NARCOESTADO?

El 11 de abril del año 2021 marcará el destino del Ecuador. ¿Seguiremos siendo una República Democrática o nos convertiremos en un narcoestado?

La paradoja se encuentra en que, pese a que la decisión recae en el consentimiento de 13.1 millones de ecuatorianos aproximadamente, que estarían habilitados para expresar su voluntad en las urnas, la falta de educación de la mayor parte de la población facilita para que populistas demagogos engañen de manera fácil a los ciudadanos, con ofertas de asistencialismo en unos casos imposibles de cumplir y en otros con dádivas que menoscaban su honor y dignidad.

Queremos los ecuatorianos una República: “…forma de gobierno regida por el interés común, la justicia y la igualdad” (RAE). Hablamos de una organización del Estado contraria a la de los regímenes despóticos y tiranos.

O acaso la ignorancia definirá que sin querer ni entender, terminemos siendo un narcoestado: “Forma de gobierno en la cual interactúan las mafias del negocio de narcóticos con las autoridades de un país”. El objetivo de esta organización delictiva ruin y perversa (es el peor cáncer de la humanidad) no es el bienestar de la población, sino secuestrar el poder político para obtener poder económico, para un grupo de cabecillas y sus adláteres.

Hoy más que nunca, entendemos la vital importancia que la educación de calidad tiene en el futuro económico, político, social y cultural de una nación.

Países como: Noruega, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Canadá, Japón, Estados Unidos de Norteamérica, entre otros, son una muestra de la relevancia de apostar primero que nada en cimentar la educación de calidad.

En la otra orilla países como: México, Argentina, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Irán, Rusia, entre otros, representan la cara oscura del populismo, comunismo y socialismo trasnochado, donde la mala calidad de la educación ha sido y es tierra fértil para sembrar demagogia, engaño, odio y división entre ciudadanos buenos y malos, ricos y pobres, los que están con el gobierno o en contra de este.

El 11 de abril próximo tenemos la última oportunidad los ecuatorianos sin excepción alguna, de escoger entre: caer en la profundidad de un abismo sin retorno que es el socialismo del siglo XXI y los que lo impulsan y sostienen (Rusia, China, Cuba, Irán) o sujetarnos del brazo de la libertad, soberanía y autodeterminación, como parte de una República democrática, con división de poderes y el respeto de los derechos humanos.

Tenemos un espejo cercano donde mirarnos y es el hermano pueblo de Venezuela, muchos años atrás un país rico en recursos naturales y gente trabajadora, con las reservas de petróleo más grandes del mundo y desde hace más de dos décadas, convertido por las demagogia chavista y madurista y el secuestro del régimen cubano, en una nación donde la igualdad es sinónimo de pobreza, pérdida de la libertad y el éxodo más lacerante de personas pobres que se registra en la era moderna y cuya causa no es la guerra.

¿Votaremos por la supresión de la dolarización y el inicio de una espiral inflacionaria galopante con la instauración de una moneda propia?

Si esto sucede será muy tarde para darnos cuenta de que perdimos el rumbo, nuestros bienes personales y lo más preciado, la libertad.

Despertemos antes de caer en lo que hoy es Venezuela, una nación con carencia de: empleo, vivienda, medicinas, combustibles (gasolinas, diésel, gas) y alimentos, entre otras penurias.

¡Es inverosímil que un venezolano hoy en día tenga que pagar con un billete de 1 millón de bolívares para comprar un solo pan!

Cuesta mucho pensar que solo dependemos de la intuición y en sentido común de la mayoría de nuestros compatriotas para nuestra supervivencia.

“El hambre, el amor, el dolor y el miedo son algunas de esas fuerzas internas que rigen el instinto del individuo para la autoconservación” (Albert Einstein)