miércoles, 22 de agosto de 2018

ECUADOR: ¡LA MAFIA PÚBLICA – PRIVADA, CONFABULA PARA QUE NO SE RECUPERE EL DINERO DE LA CORRUPCIÓN!


En otros artículos publicados con anterioridad en este mismo espacio, se ha sostenido que el llamado “socialismo del siglo XXI” más que una doctrina política, constituye una lista de recetas que los autodenominados socialistas o de izquierda (populistas) adoptaron en algunos países de América Latina para ganarse el favor popular.

Resultaba una apuesta conveniente para politiqueros ambiciosos y oportunistas que no habían llegado al poder a través del voto popular, aprovechar del descontento popular existente en muchos países por la ineficacia de las políticas aplicadas por distintos gobiernos, las mismas que no habían podido solucionar las condiciones básicas de pobreza y desigualdad.

El rechazo a la clase política tradicional permitió el surgimiento de individuos “outsider” que aupados por políticos que pertenecían o pertenecieron a partidos y/o movimientos políticos cuestionados en el pasado, haciendo uso de prácticas populistas y todo tipo de artimañas, lleguen al poder por la vía “democrática”.

Surgieron y llegaron al poder así en Brasil y Argentina: Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y Néstor Kirchner (2003-2007) a quién le sucedió en la presidencia, su esposa Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) populistas que embriagaron al pueblo con promesas y marketing, mientras robaban impunemente, principalmente a través de la obra pública.

Con la tutela de Cuba, países como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, fueron el pie de playa de Fidel Castro, para expandir su influencia política en Latinoamérica.

Los nombres de Hugo Chávez 1999-2013 y Nicolás Maduro 2013-2025 (Venezuela) Evo Morales 2006-2020 (Bolivia) Rafael Correa 2007-2016 (Ecuador) y el líder sandinista Daniel Ortega 1979-1990 y 2007-2022 (Nicaragua) se cobijaron en el denominado socialismo del siglo XXI, para revestidos de una “ideología” captar el poder y sostenerse en el mismo con toda suerte de ardides viciados de ilegalidad, como verdaderos autócratas.

Pero el objetivo primigenio de estos falsos “Mesías”, fue planificar y poner en ejecución una estructura delictiva eficientemente aceitada, para apropiarse de los recursos públicos, bajo toda figura o tipo de delitos punibles.

En cada unos de estos países los autócratas crearon una estructura con funcionarios públicos sumisos y comprometidos en la red de corrupción establecida, los cuales tenían de contraparte a empresarios nacionales y extranjeros deshonestos que, en contubernio, sobrevaloraron los proyectos de la obra pública y se repartieron los sobreprecios bajo términos y condiciones previamente establecidos.

La punta del iceberg de la matriz de corrupción se descubre básicamente a través de los denominados “Panama Papers” (utilización de paraísos fiscales para evadir tributos y lavar activos) y del sistema de corrupción estructurado formalmente por la constructora brasileña Odebrecht (Brasil) para obtener ilegalmente contratos de obra pública en varios países, especialmente de América.

Pero las cifras reales del monto de la corrupción, es miles de veces mayor que los US. 785 millones declarados por la empresa Odebrecht como coimas entregadas a funcionarios públicos.

Es difícil cuantificar el monto de la corrupción en cada uno de los países señalados (peor aún en Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua). Pero el saqueo sistemático de recursos públicos en Argentina, Ecuador y Brasil, para citar tres casos donde existe mayor difusión de información denunciada y proporcionada de casos de corrupción, nos han hecho perder la capacidad de asombro.

Tanto en Argentina como en Ecuador la expedición de una Ley de Extinción de Dominio, que permita enfrentar a la delincuencia organizada y recuperar para el Estado, todo tipo de activos que constituyan el acervo de la riqueza obtenida por medios ilícitos de procedencia pública, duerme el sueño de los justos.

¿Por qué funcionarios de la legislatura, poder ejecutivo, judicial, etc., y miembros de las cámaras de la producción, no reclaman y presionan para que se expida una Ley de Extinción de Dominio con las debidas garantías de que se asegure el debido proceso?

Parecería que la respuesta es evidente, existirían tantos implicados en la trama de corrupción en los gobiernos antes aludidos, que los implicados descubiertos y encubiertos aún, impiden a toda costa perder el fruto por el cual trabajaron con tanto empeño y riesgo: “convertirse rápida y fácilmente en ricos, apropiándose ilegalmente de los dineros públicos, de los recursos del pueblo”

¡Y los políticos enquistados en los poderes del Estado seguirán manipulando y robando por sécula seculórum mientras sigamos votando por ellos!

¿No sería más justo y pertinente que los gobiernos de turno (con la presión de la opinión pública, explicitada especialmente a través de las redes sociales) antes que gravar a la población con impuestos, tasas y mayor deuda, se preocupen de recuperar los miles de millones de dólares mal habidos por causa de la corrupción y que se encuentran dentro y fuera del país en: bienes (inmuebles 
y muebles) cuentas en bancos, inversiones financieras, acciones, etc.?

El punto de partida para este propósito es sin lugar a dudas contar con una Ley de Extinción de Dominio.

De continuar los funcionarios responsables de la expedición de esta normativa, evadiendo y dando largas a su promulgación, una de las respuestas del pueblo debería ser “autoconvocarse” y exigir su renuncia y/o sanción, de conformidad con lo que las leyes vigentes lo determinen.

“Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por el dinero” (Voltaire)

lunes, 13 de agosto de 2018

ECUADOR: ¡ECONOMÍA Y JUSTICIA!

La historia política, económica y social de Ecuador parecería que tiene cierta similitud a la narrativa del poema épico de la mitología griega“La Odisea”, atribuido al poeta Homero.

El personaje central de la obra en mención, Odiseo (Ulises) en su viaje de regreso a su patria luego de la guerra con Troya, es impedido de llegar a las costas de su tierra Ítaca por muchos años, por venganza de Poseidón dios de los mares.

La tragedia de Ecuador es que no ha podido salir de la condición de país subdesarrollado y llegar a mejor destino, pese a contar con enormes riquezas naturales, diversidad geográfica, potencialidad turística, etc., por causa de los politiqueros mediocres y corruptos que han gobernado a esta nación.

Los partidos y movimientos políticos se han constituido en una casta privilegiada, que han medrado de las riquezas naturales y de la ingenuidad de nuestro pueblo.

La corrupción es el foco maligno que se ha propagado en el cuerpo del estado ecuatoriano, convirtiéndose en una metástasis, con la colaboración de la injusticia.

El país necesita de una verdadera catarsis que elimine de raíz la causa de todos nuestros males: que no es otra que la clase política vigente y sus nefastos intereses de grupo y personales, que impiden alcanzar acuerdos que permitan cambios profundos y permanentes, a través de consensuar políticas públicas de largo plazo.

La economía se encuentra en cuidados intensivos y los médicos aplican remedios caseros para curar heridas profundas, de diagnóstico estructural.

Ante la ausencia de un plan económico integral, vemos como se aplican paliativos que no atacan las causas de la crisis económica y social que se refleja en una lacerante desigualdad en el reparto de la renta.

La educación tiene que ser el eje trasversal a todos los demás componentes del plan económico integral de largo plazo a construirse.

La ausencia de un sistema que reduzca gradualmente los altos niveles de pobreza y la desigualdad de ingresos, obligan al replanteo de los objetivos distributivos de la política fiscal, dentro del plan económico integral.

El país no cuenta con estadísticas actualizadas y confiables que permitan determinar con alto grado de certeza, por ejemplo, a través de la curva de Lorenz y el índice de Gini, la lacerante desigualdad existente que afecta en mayor grado a la población más vulnerable.

A mayo de 2018, desde el Ministerio de Finanzas se anunciaba que el endeudamiento público era el 57% del PIB y que el déficit fiscal representaba el 5.64% del PIB.

En la actualidad el país tiene entre otros, tres problemas serios que conspiran en su afán de buscar liquidez: a) apreciación del dólar que encarece las exportaciones, b) alza constante de la tasa de interés en EE.UU. (rango de 1.50 a 1.75%. Analistas estiman que llegue al 3.00% para 2019) lo cual incrementa el costo del servicio de la deuda externa, y c) la iliquidez de los mercados financieros mundiales, limitan la viabilidad de endeudamiento externo y si se lo obtendría, sería con términos y condiciones onerosas para el país.

Si añadimos a los factores antes mencionados, temas de carácter deontológico como deberes, normas, etc., estaríamos ubicándonos en el ámbito de la ética que trata desde una visión filosófica sobre el bien y los fundamentos de los valores.

La axiología o teoría de los valores nos conduce a la frontera de lo moral, nos permite analizar nuestros comportamientos, actitudes, en función de nuestra realización como individuos, como personas.

Dentro de esta categorización tiene especial importancia la justicia, definida como un valor vital. Platón en su obra “La República” otorga especial atención al tema en el subcapítulo sobre la justicia, al señalar que todas las virtudes se basan en la justicia.

En la justicia como en otras virtudes la rectitud es una constante, y en esencia, el objeto en si mismo de la justicia es el derecho.

Para Aristóteles la justicia distributiva es la manera justa en que se distribuyen los bienes en una sociedad.

Ya desde la Grecia antigua se definía filosóficamente la relevancia de los valores, los mismos que han sido permanentemente devaluados siglo tras siglo hasta llegar a nuestro presente, donde “tener” es más importante que “ser”.

Ecuador no es la excepción en el mundo, la justicia ha sido reemplazada por la injusticia, la ilegalidad, la arbitrariedad.

Nos encontramos en un punto de inflexión en Ecuador, o cambiamos radicalmente las reglas de juego vigentes a través de una Asamblea Constituyente “no institucionalizada” que surja de manera espontánea, con la participación ciudadana y sin que medie regulación alguna, para enterrar la oprobiosa constitución vigente desde 2008.

¡Requisito sine qua non es que los partidos y movimientos políticos vigentes, sean excluidos por sus antecedentes, del manejo y control de este ejercicio democrático!

Hay que volver a instaurar los tres poderes del estado, con el debido contrapeso:
-Legislativo (dos Cámaras: Diputados y Senadores);
-Ejecutivo; y,
-Judicial.           

Los constituyentes deberían ser ciudadanos que surjan de todos los estamentos sociales y que reúnan requisitos básicos, tales como: demostrada integridad, conocimientos y experiencia en determinadas materias, no afiliación política alguna, no estar incursos en procesos judiciales derivados de delitos punibles, entre otros.

La institucionalidad debe ser cuidada y preservada, blindándole del asedio de oportunistas demagogos, que hacen uso de prácticas populistas para engatusar a un pueblo bueno, pero carente de educación y cultura.

Todo cambia para que nada cambie, parece que el “gatopardismo” vive en su esplendor, se robaron recursos públicos por aproximadamente 30.000 millones de dólares de Norte América, en la década 2007-2016, y no se ha recuperado un solo dólar.

¿Qué hay de la promulgación de una Ley de Extinción de Dominio, encajonada por más de 10 años?

“Hacer depender la justicia de las convenciones humanas es destruir la moral” (Cicerón)