Se sostiene que la democracia tiene sustentación en la
participación ciudadana, sin embargo, es evidente constatar en las últimas
décadas a nivel mundial el menor interés de los ciudadanos en muchos países en
participar en las contiendas electorales.
La desilusión de los votantes crece día a día producto de la
mala política. La mentira y el engaño son moneda común en los partidos y
movimientos políticos de todas las tendencias “ideológicas”.
El célebre político y gobernante inglés Winston Churchill
decía: “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre,
con excepción de todos los demás”
Es incuestionable que la definición de Churchill es hasta la
fecha una gran verdad, probada hasta la saciedad a lo largo de la historia
republicana en la gran mayoría de países en todos los Continentes.
En la literatura política se han ensayado diferentes
definiciones de tipos de democracia, pero a mi criterio cuatro de ellas definen
con bastante aproximación sus diferentes características y contenidos.
De manera sucinta se describen a continuación:
DEMOCRACIA DIRECTA
Es aquella que se ejercita de manera directa por el pueblo,
sin intermediación o delegación a persona u organización alguna, llámese
partido político, movimiento político o cualquiera otra denominación y, en la
que no cabe representación alguna.
Este tipo de democracia es la más pura y genuina, pero por el
crecimiento de la población y su distribución geográfica, entre otros aspectos,
se ha vuelto impracticable en la gran mayoría de países del mundo.
La circunstancia descrita no invalida su esencia y propósito,
esto es, que es la única forma transparente en la que se asegura que las
decisiones que se toman en una comunidad (Asamblea) provengan de la voluntad de
la mayoría de la gente.
DEMOCRACIA
REPRESENTATIVA
Este tipo de democracia desde hace muchas décadas atrás ha
imperado en casi todos los países del mundo (excepto la ex – Unión Soviética,
China, Monarquías, entre otros)
Si bien el poder reside en el pueblo que lo ejerce a través
del voto y lo delega a sus representantes que resultan triunfadores en los
comicios electorales, en la práctica ha devenido en un traspaso de soberanía
del voto a grupos de politiqueros que han prostituido el mandato popular,
traicionando al pueblo al incumplir con las promesas de campaña y, apropiándose
de los recursos públicos para fines personales y/o partidistas.
En las elecciones, dentro del proceso previo al sufragio, suceden
una serie de manipulaciones que desfiguran el propósito y transparencia de este
tipo de democracia.
La elaboración del Padrón electoral contiene vicios que
deslegitiman su contenido, citemos, por ejemplo, que allí constan personas
muertas, emigrantes, extranjeros sin derecho al voto, duplicación de votantes,
cédulas de identidad otorgadas a extranjeros en las fronteras, etc.
Los Tribunales electorales, para citar una de las tantas
denominaciones de estos entes responsables de organizar y ejecutar los
comicios, en muchos casos se integran con miembros de partidos y movimientos
políticos y/o afiliados y simpatizantes, que aparentemente supondría un
equilibrio de fuerzas, pero en la praxis manipulan los resultados a través de
diferentes prácticas, entre otras: impresión de papeletas que superan el número
de votantes (donde hay voto electrónico alterando el sistema informático) alteración
de las Actas en la Juntas de escrutinio de los votos, trasmisión de datos adulterados
vía electrónica, resultados forjados arrojados por el sistema informático,
tiempo de respuesta de los escrutinios ajustado a fines protervos, entre otros.
Resulta paradójico por decir lo menos que, en las
Constituciones Políticas exista el derecho de todo ciudadano a “elegir” y “ser
elegido” para una determinada función pública de voto popular, sin embargo, en
la práctica solo un minúsculo número de personas puede acceder a puestos
públicos, lo que rompe la supuesta igualdad de derechos de elegir y ser
elegido.
DEMOCRACIA LIBERAL
No cabe en este artículo remontarse a la discusión conceptual
casi bizantina entre “democracia republicana” y “democracia liberal” (Locke,
Hobbes, Rousseau, Harrington, Smith, etc.)
El fortalecimiento de los derechos de los individuos en la
sociedad ha permitido qué en las Constituciones Políticas de la mayor parte de
países del mundo, se consagren principalmente tres clases de derechos: civiles (libertad de propiedad,
pensamiento, expresión, asociación, religión, etc.); políticos (voto, asociación, justicia, etc.) y sociales (educación, salud, vivienda, seguridad, etc.)
Pese a que se ha evidenciado a lo largo de la historia la
escasa o nula representatividad que tienen los ciudadanos a través del sistema
democrático vigente, existe una clara percepción lograda por estudios serios
sobre la materia, que el ciudadano común quiere que exista una definida e
independiente división de poderes, con pesos y contrapesos.
Lamentablemente para quienes pensamos así, ha surgido con
fuerza en el mundo una corriente populista que se disfraza de cualquier
tendencia “ideológica” para alcanzar el poder, fingiendo ser democráticos para
buscar como objetivo el absolutismo, o sea, el control total del poder.
Nuevamente parecería que “el fin justifica los medios”.
DEMOCRACIA LIMITADA
Una democracia ilimitada llevaría sin lugar a dudas a un totalitarismo
ejercido a través de asambleas, plebiscitos, referéndums, etc., lo cual sería
inaceptable para los ciudadanos de cualquier nación republicana.
Mucho debemos a pensadores del siglo XVIII que, entre otras
cosas, advirtieron sobre el peligro y las nefastas consecuencias que tendría
para la sociedad en su conjunto y el mundo entero, la intención de grupos de
poder (político, económico y social) de concentrar el mismo en pocas manos,
restringiendo las libertades y derechos de los individuos.
El escritor y premio Nobel de Economía, James M. Buchanan
(1986) advertía respecto a lo que él acuñó como “falacia electoral”. Se quería
confundir a la opinión pública y al pueblo en particular, que una vez que
existían partidos políticos, que se habían producido procesos electorales donde
competían entre ellos con libertad y pluralidad, podían estar exentos de
restricciones a su gobernabilidad y sin horizontes para su accionar, nacía así
una forma de estatismo.
La democracia tiene que ser limitada, en la Constitución hay
que poner candados que impidan que los “politiqueros” se tomen por asalto a un
país, quiebren los derechos y libertades inherentes a un ciudadano y los
poderes del Estado con independencia, actúen con los debidos pesos y
contrapesos.
Los ciudadanos nunca debemos ceder nuestros derechos
individuales.
Las elecciones transparentes y pluralistas a cargos públicos
mediante el voto popular no otorgan “cheques en blanco” a los funcionarios
públicos electos.
“He llegado a la conclusión que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos” (Charles de Gaulle)