La desigualdad en lo humano se entiende como la ausencia de
asimetría o equilibrio entre varios aspectos que inciden en las condiciones de
vida entre las personas.
Hay varios tipos de desigualdad: legal, social, económica,
educativa y de género, principalmente.
Legal: Se encuentra identificada desde la Constitución
Política de un país y hasta en la aplicación de la Ley, reflejada principalmente
en los procesos judiciales, por ejemplo, cuando existe discriminación en el
trato dado a personas de mayor o menor recurso económico, influencia política,
nacionales y extranjeros, etc.
Social: Es frecuente encontrar que
dependiendo del estrato económico al que pertenecen determinas personas, su
posición social, su nivel de educación, el género, entre otros aspectos, se dan
diferentes situaciones.
Económico: El reparto de la riqueza entre los
ciudadanos, determinado por los ingresos que reciben los individuos más ricos
en relación a lo que reciben los más pobres, es sin lugar a dudas alarmante y
se refleja en la posibilidad real de acceso a bienes y servicios transables.
La desigualdad se mide primordialmente a través del
coeficiente de Gini (indicador económico más utilizado mundialmente)
Según el INEC de Ecuador la desigualdad tiene que ver con la
forma en que se distribuye el ingreso per cápita del hogar dentro de la
sociedad.
Para Ecuador a septiembre de 2019, el coeficiente de Gini fue
del 48,6% (cuando el indicador se acerca a cero, perfecta igualdad y cuando se
acerca a uno, perfecta desigualdad)
Educativa: La oferta educativa de calidad,
especialmente en los países de menor desarrollo relativo y países emergentes,
tiene una correlación directa con el nivel de ingresos. La gente rica puede
pagar por una mejor educación y formación profesional que las personas pobres.
Incluso aquellas personas que pueden acceder a préstamos
educativos, terminan frustrados por la falta de empleos productivos que les
permitan cancelar sus obligaciones y mejorar su calidad de vida.
El Estado sigue relegando a la educación con bajos
presupuestos y no entiende que constituye el eje transversal de todas las
políticas públicas.
Género: Si bien desde hace algunos años
atrás la discriminación en el tema de salarios entre hombres y mujeres ha
disminuido, aún es alarmante la diferencia de acceso a las oportunidades entre
ellos. La brecha de ingresos en puestos de trabajo entre hombres y mujeres
varía en cada continente y países, pero aproximadamente es de un 15% a 35% a
favor de los hombres.
Un informe sobre desigualdad en el mundo para 2018 de la
Paris School of Economics establece que esta se ha incrementado prácticamente
en todas las regiones del mundo a diferentes velocidades.
En el año 2016, el 10% de la población con mayores ingresos retuvo
el 37% del total de los ingresos en Europa, el 41% en China, el 46% en Rusia,
el 47% en EE.UU. y Canadá y el 55% en África Subsahariana, Brasil e India,
aproximadamente.
El actual Secretario General de la ONU sostiene: “Necesitamos
una economía mundial que beneficie a todos y cree oportunidades para todos.
Necesitamos construir una globalización equitativa”
La ONG británica Oxfam atribuye entre las causas de la
desigualdad en el mundo a la “evasión de impuestos, la influencia de las
empresas en la política, la erosión de los derechos de los trabajadores y el
recorte de gastos”
Pero con pragmatismo se puede afirmar que no hay mejor
política social que generar empleo productivo.
Los gobiernos deben impulsar con seriedad y profesionalismo
una fuerza laboral calificada, diversa y competitiva.
Es apremiante alinear los programas de educación,
capacitación y preparación laboral con los actuales trabajos y las carreras del
futuro.
La desigualdad es contraria a la equidad y lamentablemente ha
dado lugar en el pasado y en los actuales momentos a brotes de violencia,
desmanes, vandalismo, etc.
Los cambios importantes en las comunicaciones y la
información a nivel mundial, obligan a repensar en soluciones creativas que
apunten a una mayor equidad, en el corto, mediano y largo plazo, en un mundo
globalizado y dinámico.
La Business Roundtable (poderosa organización estadounidense
que reúne a los presidentes ejecutivos de 181 de las mayores corporaciones) quiere
ahora redefinir las reglas del capitalismo (Redacción BBC News Mundo- GETTY
IMAGE).
Se trata de compañías que cuentan con más de 15 millones de
empleados y tienen ingresos anuales superiores a US$ 7 billones.
Uno de sus miembros, el presidente ejecutivo (CEO) del banco
JP Morgan expresó en agosto de 2019: “El lunes pasado los líderes de estas
empresas divulgaron una declaración en la que asumen un cambio de visión
radical sobre el objetivo de sus corporaciones, rompiendo con la política que
mantenían desde hace más de 20 años, la cual privilegiaba la maximización de
los beneficios de los accionistas por encima de cualquier otra consideración.
A partir de ahora, su propósito se ampliará con la mirada
puesta en favorecer también a los empleados de las compañías, a sus clientes y
a las comunidades en las que operan”
¡Más vale tarde que nunca!
Si esta posición empresarial se pone en práctica, no solo en
Estados Unidos de Norteamérica, sino en todo el mundo, las tensiones sociales
disminuirán y lo que es más importante, se podrá arribar de manera gradual a
una verdadera justicia social.
“Los dones que provienen de la justicia son superiores a los que se originan en la caridad” (Khalil Gibran)