Vivimos en un mundo globalizado en el cual todo o casi todo
está interrelacionado, el siglo XXI nos sitúa en un contexto donde la aparición
de nuevas tecnologías de la comunicación y la información crean un circuito
económico, financiero, social y cultural, interconectado, y que refleja efectos
directos e indirectos en la sociedad mundial, producto de causas locales,
nacionales y regionales.
Para todos es conocido que la pandemia del SARS-CoV-2 o de
manera común conocido como COVID-19, tiene una implicación mundial negativa en
la economía mundial, superior a la que produjo la Gran Depresión de 1929, y con
efectos mayores que la crisis financiera del año 2009.
Pero no solo se trata de los efectos económicos negativos con
enormes pérdidas de ingresos a familias y países, está de por medio la casi paralización
de los flujos de personas y bienes a nivel mundial, el enorme impacto en los
sistemas de salud pública y la capacidad de respuesta de sus servicios, la
afectación a la educación en todos sus niveles y en especial, el impacto
negativo en la salud física y mental de mucha población mundial, por estrés
producto del confinamiento y de la adopción de medidas sanitarias de auto
protección y de distanciamiento social.
Según la RAE, servicio en una de sus acepciones es: “Función
o prestación desempeñadas por organizaciones de servicio y su personal”
Bajo este panorama los servicios públicos juegan un papel
preponderante para que funcione una sociedad, pero cuando son suministrados con
requisitos de calidad, y:
1.Transparencia en la información y divulgación
de los sistemas y programas;
2. Participación de la comunidad;
3. Innovación y simplicidad;
4. Sanciones administrativas ejemplares; y,
5. Evaluación y retroalimentación permanente.
En muchos países se han tenido que adoptar
muchos mecanismos tecnológicos para que funcionen diversas actividades públicas
y privadas, tales como: teletrabajo, implementación de sistemas informáticos
que eviten la tramitología presencial para acceder a servicios públicos,
reducción de trámites que vuelvan más simple y eficiente el cumplimiento de
obligaciones vía telemática con temas, entre otros, para: pago de impuestos,
obligaciones crediticias, aportaciones a la seguridad social, obtención de
claves para el acceso por vía virtual, etc.
Pero en el caso particular de Ecuador, es
lamentable constatar la ausencia de gestión en gran parte de los responsables
de administrar diferentes servicios públicos básicos: agua, energía eléctrica,
telefonía, internet, seguridad social, banca pública, ministerios, municipios,
prefecturas, juntas parroquiales, entre otras.
Causa indignación que, en plena pandemia
sanitaria los ciudadanos tengan que acudir de manera presencial a realizar
trámites formando grandes colas, madrugando a las 3 o 4 de la mañana para pagar
obligaciones (mientras las entidades responsables se quejan de baja
recaudación) o para obtener una clave caducada o cuya contraseña fue olvidada y
todo tipo de trámites que podrían hacerlo de manera fácil y sin correr riesgos
innecesarios, por internet.
Se trata de la incapacidad de funcionarios
públicos, negligencia, quemeimportismo y en algunos casos de corrupción, en
contubernio con tramitadores que pululan en las cercanías de las oficinas
públicas, para prestar “servicios” que son de la competencia de los servidores
públicos.
¡Es para el registro de Ripley!
Los servicios públicos deben y tiene que ser:
eficaces, oportunos y transparentes.
Malos servicios menoscaban, perjudican e
influyen de forma negativa en las actividades de la ciudadanía.
Acaso no saben que tienen que accionar
auditorias al sistema operativo o si no lo tienen, implementar un control a la
gestión operacional.
La mediocridad y la ineficiencia son los común
denominadores,
¡Pero todo cambia para que nada cambie!
El descaro llega al punto de que muchos de
estos funcionarios de los mal llamados “poderes del Estado” buscan ser
reelegidos ya sea por el voto popular o para ser reasignados a diferentes
funciones públicas.
¡Basta ya de tanto atropello a los ciudadanos
que, ante la impotencia, en la actual pandemia sanitaria arriesgan sus vidas y
las de otras personas, para cumplir lo que determinan leyes y reglamentos!
¿Quién le pone el cascabel al gato?
“Innovar es encontrar nuevos o mejorados usos a los recursos
de que ya disponemos” (Peter Drucker)
“A los elefantes les cuesta mucho adaptarse, las cucarachas
sobreviven a todo” (Peter Drucker)