Los ecuatorianos durante nuestra vida republicana, parecería
que estuviéramos condenados a sufrir penurias a causa de la verborrea vacía y
maliciosa proveniente de la clase política de turno, salvo contadas excepciones.
Las malas prácticas de la clase política durante los períodos
en que han logrado llegar al poder, ha sido la constante.
El pueblo ha sido engañado, gobierno tras gobierno, con
promesas hechas a través de personajes
de la política que se han valido en unos casos de su facilidad de palabra y uso
de las tarimas, medios de comunicación, herramientas del marketing y,
últimamente, con el auxilio de las redes sociales.
Ofertas mágicas de: “cambio”, “revolución”, “acabar con los
ricos”, “fuera los yanquis”, “el pueblo al poder”, etc., han seducido a la gran
mayoría de los ecuatorianos que sufren de la peor enfermedad que puede atacar a
un pueblo, la falta de educación de calidad y cultura.
Desde hace más de una década, la falacia (mentira) ha sido
institucionalizada por los políticos, consecuencia de lo cual hoy en día, los
ciudadanos no tienen credibilidad en lo que prometen o proponen los gobernantes
y sin credibilidad no existe confianza.
No hay mejor aliado para los politiqueros para alcanzar el
poder, que mantener a un pueblo en la
ignorancia y la pobreza, tarea para la cual los partidos y movimientos
políticos han demostrado tener una gran habilidad y destreza.
El populismo ha echado raíces en aquellos pueblos como el
nuestro, donde la educación no pasa de ser un enunciado. En un pueblo educado,
la tierra no es fértil para que la demagogia y las promesas falsas den fruto
alguno.
Ya decía Edward Everett: “La educación es una mejor
salvaguardia de la libertad que un ejército permanente” o, citando a Confucio:
“La educación genera confianza. La confianza genera esperanza. La esperanza
genera paz”.
¿Cómo generar credibilidad y confianza en el pueblo
ecuatoriano, si la mentira se ha instalado con descaro y estupidez?
En Ecuador los políticos profesionales en su mayoría, así como
los aprendices a esta desvalorizada actividad, mienten con tal desparpajo e
impudicia, que ni siquiera se ruborizan o sienten la más mínima vergüenza,
cuando predican y argumentan, sobre hechos o temas sobre los cuales hasta hace
pocos meses o años, sostenía posiciones diametralmente opuestas.
Es de conocimiento público lo expresado anteriormente, es
más, se encuentra registrado en medio escritos, videos y grabaciones. Sin
embargo estos “personajes” son de tal cinismo y audacia, que en unos casos
sostienen que nunca dijeron o hicieron lo que se les endilga e incluso por
conveniencia y apariencia, recurren a subterfugios, tales como: ¡han sacado de
contexto! - ¡he sido malinterpretado!-¡se ha adulterado el documento, el video
y/o la grabación ha sido reeditada!, etc.
Es paradójico que ex – guerrilleros que ayer buscaban tomar
el poder por las armas, por medio de la violencia, y que producto de sus
acciones causaron muertes, hoy por arte de magia se presentan como defensores
de la no violencia, del diálogo, son palomas de la paz.
¡Llegó la hora de que
el pueblo ecuatoriano desenmascare a todos los farsantes que hicieron tanto
daño moral y económico al país!
¡No más impunidad,
basta de componendas!
La verdadera separación de poderes solo existirá en la
práctica, si quienes ocupen las diferentes dignidades son gente con probidad, integridad
y valores, que con liderazgo cumpla sus funciones y se consiga al tenor de las
Leyes vigentes: a) llevar a la justicia a los corruptos; b) excluir de por vida
el acceso a la función pública a los responsables de la debacle económica y
social causada en el anterior gobierno y en el actual; y, c) recuperar para el
Estado, los dineros mal habidos producto de la corrupción y que está en manos
de quienes se beneficiaron de los recursos públicos.
Recuperar la confianza perdida en un país, es un largo
proceso que no se consigue con el simple enunciado de ofertas, se necesitan
hechos más que palabras.
Se requiere sobre todo construir una verdadera y permanente
institucionalidad, donde se evidencie el contrapeso de poderes, la existencia
de entidades autónomas y técnicas (ejemplo: contar nuevamente con un Banco
Central con independencia en lo administrativo, técnico y financiero - el llamado
también tercero confiable) se ataque coordinadamente, pero sin afectar la necesaria
separación de poderes al cáncer de la corrupción y se exhiba al mundo que
existe una comprobable seguridad jurídica.
Con estas premisas básicas se puede pretender construir
políticas públicas concertadas de largo plazo, que facilite realizar un plan
económico integral, que tenga como norte el crecimiento sostenido de la
economía y permita el desarrollo del país, para así arribar al fin último en
toda sociedad que es el bienestar de la población.
“De todas las formas de engañar a los demás, la pose de seriedad es la que hace más estragos” (Santiago Rusiñol)