En medicina se entiende que una persona se encuentra en
estado vegetativo, básicamente, cuando el cerebro no funciona y el paciente no
puede hablar y no tiene consciencia de si mismo y de su entorno.
La definición anterior se podría extrapolar a la situación en
la que encuentra la Justicia en Ecuador, desde hace décadas, pero agravada
desde el año 2007 hasta la presente fecha.
Según el artículo No.178 de la Constitución Política de la
República del Ecuador, son órganos jurisdiccionales los siguientes:
1.La
Corte Nacional de Justicia.
2.Las
cortes Provinciales de Justicia.
3.Los
tribunales y juzgados que establezca la Ley.
4.Los
juzgados de paz.
El
Consejo de la Judicatura es el órgano de gobierno, administración, vigilancia y
disciplina de la Función Judicial.
La Defensoría Pública y la Fiscalía General del Estado son
órganos autónomos de la Función Judicial.
Todo este entramado ha sido diseñado para que con plena
autonomía los órganos antes señalados administren justicia dentro de las atribuciones
establecidas en la Constitución, y así, se precautele la seguridad jurídica
necesaria para una sana convivencia en el país.
Pero en la práctica, lo que vemos día a día los ecuatorianos
y desde el extranjero, es a órganos de justicia cuyos funcionarios en gran parte,
se han politizado, cometen actos de corrupción y demuestran mediocridad en sus
fallos y resoluciones.
Desde el año 2007 el Ejecutivo secuestró a la justicia y sus
representantes sucumbieron pese a que la misma contaba con autonomía. Fueron
sumisos mediante favores, chantajes y prebendas del gobierno de turno.
La corrupción cual epidemia penetró en la justicia y otros órganos
y, pese a las evidencias del aberrante latrocinio cometido por funcionarios del
régimen socialista del siglo XXI, duermen los procesos de investigación
preprocesal y procesal penal en contra de la cúpula del poder que durante el
período 2007-2016 se apropió indebidamente de recursos del Estado,
principalmente a través de sobreprecios y coimas en la obra pública.
No deja de asombrarnos como van apareciendo casos de diversa
índole de corrupción en la justicia. Jueces que liberan a asesinos por
sicariato paladinamente, ex_ funcionarios públicos que han sido juzgados y
sentenciados por delitos de enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, concusión,
cohecho, etc. salen en libertad y/o son sobreseídos, sin más que la “soberana”
voluntad de los administradores de justicia.
La cacareada afirmación de parte de muchos asambleístas,
funcionarios de gobierno y representantes de la Función Judicial de que van a
sanear la administración de justicia, queda en pura retórica.
Los políticos siguen metiendo sus manos en la justicia, la
corrupción ha echado raíces y existe una evidente politización de la justicia.
Los peces gordos de la corrupción: o están prófugos o se
encuentran dentro del país gozando de los dineros producto de la corrupción y
las denuncias existentes en contra de ellos no caminan.
¿Quién o quienes protegen a estos delincuentes de cuello
blanco?
¿Por qué no se recurre a organismos como las Naciones Unidas
para reformar todo el aparato de justicia, se modernice a la misma y se establezca
una verdadera meritocracia para remozar a los principales funcionarios de los
órganos de justicia?
Pero no contentos con la ineficacia de la Función Judicial. Los
ecuatorianos presenciamos como los politiqueros, engañando al pueblo lograron eliminar la Constitución de 1998 y, con argucias, una Asamblea Nacional Constituyente mediante
referéndum sometido a sufragio universal, promulgó la Constitución de 2008, aún
vigente.
La Constitución Política de 2008 es en gran medida el génesis
de los más lacerantes problemas del Ecuador. Su carácter hiperpresidencialista,
la novelería de incluir como “poderes del Estado” al tema electoral y la disfrazada
participación ciudadana, representada en un quinto poder: “La Función de
Transparencia y Control Social” ha sido el “Caballo de Troya” para que la
politiquería manipule a los organismos de control, defensoría del pueblo, superintendencias
y un estéril “Consejo de Participación Ciudadana y Control Social”
El artículo No. 204 de la Constitución Política dice: “…La
Función de Transparencia y Control Social promoverá e impulsará el control de
las entidades y organismos del sector público, y de las personas naturales o
jurídicas del sector privado que presten servicios o desarrollen actividades de
interés público, para que los realicen con responsabilidad, transparencia y
equidad; fomentará e incentivará la participación ciudadana; protegerá el
ejercicio y cumplimiento de los derechos; y prevendrá y combatirá la
corrupción.”
Este inocuo poder: no ha ejercido control alguno, no ha
transparentado los servicios prestados por el sector público, no ha fomentado
la participación ciudadana y, peor aún no ha combatido la corrupción.
El gatopardismo sigue presente: “cambiar todo para que nada
cambie”
Luce imperativo una consulta popular para eliminar a esta mal
llamada: “Función de Transparencia y Control Social”, para que el pueblo se
pronuncie sobre su pertinencia.
Se estima en aproximadamente 30 mil millones de dólares el
monto del dinero robado en la década perdida 2007-2016, sin que hasta la fecha
se haya recuperado 1 dólar, mientras tanto: Bla, bla, bla, bla., es el retrato
del país de la “impunidad”.
¿Cuándo se hará justicia con la injusticia?
Mientras tanto: ¡LA
JUSTICIA SIGUE EN ESTADO VEGETATIVO ¡
“La peor forma de injusticia es la justicia simulada.” (Platón)
¿Se puede confiar en la Función de Justicia, Fiscalía, Contraloría, Defensoría del Pueblo y la Función de Transparencia y Control Social, si en todas ellas la política y la corrupción penetraron para quedarse?. ¡Que se vayan todos!
ResponderEliminarLA CORRUPCIÓN SE COMBATE CON SEVERAS PENAS DE CÁRCEL Y RETORNO DE LO ROBADO!!!
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