Una de las acepciones define al Estado como: La totalidad de
la población de un país, estructurada: social, política y económicamente
mediante un conjunto de instituciones independientes y soberanas que regulan la
vida en sociedad.
Según la Real Academia Española de la Lengua - RAE: “Forma de
organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la
población de un territorio”
La Religión en algunas de sus acepciones es entendida por la RAE
como:
“f. Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de
sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la
conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración
y el sacrificio para darle culto.”
“f. Confesión cristiana regida por el papa de Roma.”
(Religión Católica)
La Religión es anterior al concepto de Estado, y bien podría
decirse que la gran mayoría de Estados (países) han nacido con la Religión como
uno de sus pilares, por lo cual forma parte importante del entramado jurídico
de las Constituciones Políticas.
En las Constituciones de estos países en mayor o menor medida
se establece la libertad religiosa y de cultos.
Pero es importante señalar que las religiones monoteístas (“Doctrina
religiosa que sostiene la existencia de un único Dios” – RAE) tienen el mayor
número de personas seguidoras en el mundo y son: Cristianismo, Judaísmo e
Islamismo.
De una población mundial actual de 7.750 millones de personas,
aquellos que creen en la existencia de un solo Dios son aproximadamente 3.400
millones, es decir que representan el 43.9%, o aproximadamente 1 de 2
habitantes de nuestro planeta cree en un solo Dios.
Estas 3 religiones monoteístas tienen como vínculo común, al
profeta “Abraham”.
Para las doctrinas religiosas monoteístas: Dios es el ser
supremo y todopoderoso, creador del universo, principio, causa y fin último de
todo.
Los Católicos Cristianos somos la primera Doctrina espiritual
del mundo y creemos en la Santísima Trinidad. Tres personas divinas en una:
Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo.
Somos aproximadamente 2.300 millones de personas y
representamos la religión con el mayor número de seguidores.
También se estima que el 84% de la población del mundo tiene
creencias religiosas. Del resto, la mayoría sin embargo cree en cierta
espiritualidad.
Existe una interrelación de facto entre el Estado (político)
y la religión católica, o visto de otra forma entre lo temporal y espiritual o
entre el Estado y la Iglesia.
Los liberales en el Occidente sostienen que la Iglesia no
debería inmiscuirse en la vida pública y que solo debería actuar en la vida
privada de las personas.
¿Es así de tajante esta posición, que tiene sus raíces en la
fundación del Estado Liberal?
¿No es acaso una mirada deformada y radical del
individualismo moderno que promueve, especialmente a través de ideologías de
izquierda los derechos de reproducción (aborto y esterilización) que la Iglesia
Católica defiende, en razón de que la vida humana está sobre todo?
Acaso estos grupos políticos por conveniencia electoral
“apoyan” a la Iglesia Católica cuando ésta se manifiesta públicamente, entre
otros aspectos, en contra de: la contaminación de nuestro planeta, el
narcotráfico, la pena de muerte, etc.
Es un doble discurso criticar a la Iglesia Católica cuando no
coincide con las “nuevas libertades”: acceso permitido a drogas, restricciones a la migración, conducta sexual irresponsable,
etc.
La relación Iglesia-Estado tiene que enmarcarse en la premisa
que el poder tienen los ciudadanos, por lo tanto ni la Iglesia está sobre el
Estado=ciudadanos, ni el Estado debe acallar a la Iglesia ante los hechos que
afectan a la sociedad.
La fe de las personas es un potente motor que induce a que
los ciudadanos dejen la comodidad del “individualismo” y entreguen su tiempo y
dinero para ayudar a programas sociales que el propio Estado no es capaz de
llevar a cabo, por diversas razones (partidismo, corrupción, clientelismo, nepotismo,
excesiva burocracia, etc.)
El Papa Benedicto XVI en su mensaje del 1 de enero de 2011
por el Día de la Paz, dijo: “El fundamentalismo religioso y el laicismo se
parecen en cuanto a que representan formas extremas de rechazo ante el
pluralismo legítimo y el principio de laicidad”
“…Los mayores horrores del siglo veinte fueron llevados a
cabo por Estados totalitarios, que emprendieron su trayectoria nefasta
intentando desalojar la fe de la esfera pública y subordinar la religión al
Estado.” (Fuente: Cómo defender la Fe sin levantar la voz, Ediciones Palabra,
S.A. Madrid- 8va edición, febrero 2019)
“¿Cuándo debe hablar la
Iglesia, y cuándo callar?
La respuesta es: pocas veces y con cuidado. Cuando estén en
entredicho asuntos relacionados con la dignidad humana, las libertades y
derechos fundamentales, y los principios básicos de la convivencia, la Iglesia
no solo puede, sino que debe intervenir”
“… La Iglesia busca persuadir, no imponer; atraer, no engañar.
Lo hace además con la autoridad que le da ser el actor más significativo de la
sociedad civil en el panorama mundial y representante de la tradición que
configuró los valores morales y culturales del mundo occidental…”
“…En democracia, la Iglesia goza del derecho a pronunciarse
del mismo modo que cualquier otra entidad civil, asociación u organización: el
derecho natural a defender y promover sus valores y de persuadir a los demás; a
introducir en la agenda pública los debates sobre lo que beneficia o perjudica
a la sociedad, aplicando la sabiduría y la tradición cristiana a las grandes
cuestiones que acucian a la sociedad contemporánea.” (Fuente: Cómo defender la
Fe sin levantar la voz, Ediciones Palabra, S.A. Madrid- 8va edición, febrero
2019)
Los Católicos Cristianos no podemos nunca dejar de apelar a
la objeción de conciencia, es un derecho-deber como lo manifiesta el Papa
Francisco.
Hace aproximadamente 2.000 años, cuando el territorio de Israel era
ocupado por los romanos, y ante la insidia de fariseos y herodianos “enemigos”
de Jesús por su predicación, que desenmascaraba a los sacerdotes judíos hipócritas,
estos trataron de ponerlo en aprietos con la pregunta: ¿Es o no es lícito pagar
tributo al César?
La moneda romana de esa época era el denario, la cual tenía
la imagen del César, Emperador Romano.
La respuesta de Jesús hace una clara distinción entre la
obediencia a las leyes civiles y la obediencia a las leyes Divinas, lo material
frente a lo espiritual: “Pues dad a César lo que es de César y a Dios lo que es
de Dios” (Mateo XXII,21)
En medio de todo lo que se puede opinar sobre cuál debe ser
la relación entre el Estado y la Iglesia, en pro de la Sociedad. El factor
crucial para el desarrollo siguen siendo los seres humanos, somos la solución y
no el problema. El crecimiento per
cápita ha aumentado más en un siglo y medio debido a factores como: acumulación
de capital humano, físico y nuevas tecnologías antes que al crecimiento básicamente
demográfico.
El daño al planeta por la adoración al dios dinero, ha traído
graves consecuencias a la vida humana, animal, vegetal y al medio ambiente.
Como dijo el Papa Francisco en al año 2014: “El acaparamiento
de tierras, la deforestación, la apropiación del agua, los agrotóxicos
inadecuados, son algunos de los males que arrancan al hombre de su tierra
natal. El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la deforestación
ya están mostrando sus efectos devastadores en los grandes cataclismos que
vemos”
El mundo no puede seguir en banales discusiones de quién debe
prevalecer: El Estado o la Iglesia, juntos tienen que abordar el objetivo
primordial e impostergable, eliminar gradualmente la inequidad que constituye
una lacra para la humanidad.
“El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la
ciencia logra abrir” (Albert Einstein)