domingo, 12 de noviembre de 2017

¿SE ESTA MANEJANDO EL PAÍS MIRANDO POR EL RETROVISOR?

Hoy en día no se puede concebir administrar un Estado sin contar con un plan económico integral que emerja de una construcción consensuada entre lo público y privado, con claros objetivos de mediano y largo plazo y que defina con precisión los medios y las estrategias para alcanzarlos.

No basta con que el ejecutivo responsable de construir y llevar a buen término el plan económico establezca las metas cuantitativas y cualitativas de crecimiento económico sostenibles, sino que es fundamental contar con el involucramiento del sector privado nacional e internacional para alcanzar los resultados esperados.

El crecimiento económico sostenible es condición necesaria, pero no suficiente. Es imperativo alcanzar conjuntamente el desarrollo integral en lo social, humano, ambiental e institucional. En consecuencia, lo que se debe perseguir es el bienestar de la sociedad en su conjunto en términos de alcanzar una buena calidad de vida, igualdad de acceso a las oportunidades y plena libertad y justicia.

El sector privado debe ser la locomotora que arrastre los vagones del crecimiento económico, mientras que al sector público le compete crear con visión, las condiciones para que la actividad productiva actúe con un horizonte presumible, definiendo en consenso el: ¿Qué?-¿Cómo? y ¿Para quién?

Para ello es condición sine qua non generar reglas de juego prácticas, claras y que perduren en el tiempo, dando previsibilidad a la acción de planeamiento empresarial y permitiendo una adecuada gestión gerencial.

¡Se necesita un Estado pequeño, moderno y profesional que controle con eficacia, responsabilidad y honestidad, las funciones previstas en el ámbito de su competencia!

Hay que propiciar y apuntalar a un sector privado pujante, innovador y emprendedor, que cumpla a cabalidad sus responsabilidades para con la sociedad, pagando sus tributos, generando empleo productivo y riqueza, a través de una relación activa y permanente con trabajadores, universidades y el poder ejecutivo.

Desterremos la polarización: Ni el Estado obeso, que quiera hacerlo todo, incluso producir bienes y servicios propios de lo privado, ni el sector empresarial sin ley y control que pretenda que su único fin es producir utilidades a cualquier costo.

Dos mecanismos mal aplicados en especial distorsionan en gran medida a nuestra economía:

·   La irracional aplicación de subsidios que benefician a los que más tienen. Urge sincerar gradualmente el precio de los combustibles (gasolina, diesel, etc.) y focalizar solo el subsidio del gas y el bono de desarrollo humano, a favor de la población técnicamente calificada en situación de pobreza, con transparencia, control y manejo profesional y bajo criterios de temporalidad, gradualidad y abatimiento.

Que estas medidas tienen costo político, indudable, pero hay que tener el coraje para adoptarlas, para transparentar la economía.

·      La carga de impuestos al sector privado tiene que guardar correspondencia con la situación de crisis por la que atraviesa la economía, eliminando aquellos que son una rémora para la expansión de la actividad productiva y la generación de empleo y dando a estos actores seguridad de su permanencia en el tiempo.

Luego de una década obscura, el Ecuador necesita reencontrarse con el sendero de la institucionalidad, avizorar un futuro esperanzador y sanar las heridas causadas por el populismo demagógico que hundió la economía, los principios y valores éticos y morales y dividió a la sociedad con las peores artes.

Necesitamos ya un verdadero cambio:

1.   Urge una nueva visión de país, realista, que se abra al mundo globalizado sin los temores sembrados por la influencia de ideologías caducas y demagógicas;
2.    Hay que erradicar los abrojos que causaron la crisis económica actual y que fue producto de acciones u omisiones de la anterior administración del país, dejando secuelas de una aberrante corrupción y un enorme perjuicio a la sociedad;
3.       Es imperativo contar con un plan económico integral de largo plazo, concertado y que busque gradualmente insertarnos en la economía mundial;
4.     Requerimos potenciar la educación de calidad como generador del cambio, visibilizando esta prioridad en el presupuesto del estado;
5.       Recuperemos la institucionalidad que ha sido desmembrada y es disfuncional en la actualidad para alcanzar fines superiores;
6.   Propiciemos una reingeniería en todos los poderes del Estado, para modernizarlos, quitar adiposidad y suprimir la maraña de requisitos y procedimientos requeridos actualmente en todo trámite, que son una rémora que impide crear condiciones de competitividad;
7.   Auspiciemos el diálogo, respetemos la diversidad y trabajemos todos en paz y armonía, sin permitir que la política sea el eje trasversal en todos los aspectos de nuestra vida; y,
8.   Convengamos que el ser humano debe ser el objetivo supremo de todo plan económico integral y, que el enemigo común a vencer debe ser la desigualdad e inequidad que subyace en nuestra sociedad.

Los problemas del presente son herencia del pasado y es incuestionable que hay que solucionarlos, sin perdón y olvido para quienes por incompetencia, negligencia y deshonestidad, llevaron al país a la peor crisis de su historia.

Cero tolerancia a la impunidad, la justicia y los organismos de control deben mucho al país por su ineficacia, indolencia y por mirar hacia un lado. El Estado tiene que recuperar de los corruptos el dinero mal habido.

¡Con visión de futuro, no cabría pretender manejar el vehículo llamado Ecuador, en lo económico, social, judicial e institucional, mirando primordialmente por el espejo retrovisor y anclados en el modelo estatista del pasado!

No produce confianza en los agentes económicos nacionales e internacionales, constatar que muchos de los artífices de la fracasada década pasada, siguen conduciendo el mentado vehículo, pese a la incompetencia demostrada.

La única moneda dura en el mundo es la confianza, perdida ella no hay quien quiera atesorar bien alguno.

Invito con sinceridad al actual mandatario, a quien el pueblo (su mandante) le eligió para representarlo, para que honre la confianza depositada en él, se libere de la disciplina partidaria, proceda con pragmatismo y piense y actúe en función de país y cambie a tiempo de rumbo, caso contrario la historia no perdona, pasará como muchos cerca o lejos de ella pero sin llegar a quedarse.

Uno de los casos paradigmáticos que recoge la historia, fue el de Felipe González Márquez,  de Secretario del Partido Socialista Obrero Español, pasó a ser presidente del gobierno de España. Hombre de arraigada formación y convicción socialista, cuando asumió la conducción de un país en crisis, dejó a un lado la receta de su partido y con visión y pragmatismo abrió España al mundo y a la modernidad con medidas de políticas públicas apartadas de la tradicional receta socialista y consiguió entre otros resultados, el saneamiento de la economía y la reconversión industrial, ubicando a España en la mira de la inversión nacional y extranjera directa y en la senda del crecimiento sostenido y el desarrollo económico y social.

“El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano” (John F. Kennedy)

      “Una sola piedra puede desmoronar un edificio” (Francisco de Quevedo y Villegas)  

4 comentarios:

  1. ¿LOS POLÍTICOS SIRVEN AL PAÍS, LOS POLITIQUEROS A SU PARTIDO, EN QUE CASILLERO SE UBICA EL NUEVO PRESIDENTE?

    ResponderEliminar
  2. Hay que cambiar de políticas en lo económico o el país no saldrá de la crisis, más de lo mismo es inaceptable.

    ResponderEliminar
  3. ES BUENO QUE EL PRESIDENTE ESCUCHE LA OPINIÓN PÚBLICA Y COMIENCE A REALIZAR CAMBIO EN LA CONDUCCIÓN DE LA ECONOMÍA. FALTAN AÚN MUCHOS OTROS.

    ResponderEliminar
  4. ¿Cuando se pasará en Ecuador de la política de los elogans a la de actuar con pragmatismo e impulsar Leyes de apunten a la inserción en un mundo globalizado?

    ResponderEliminar