Existe una errónea interpretación de que el periodismo es una
actividad que corresponde ejercerla exclusivamente a los periodistas
profesionales. De allí que es común ver y escuchar a miembros de los gremios de
periodistas en muchos países del mundo, argumentar que el derecho a informar
“pertenece a los informadores profesionales y a las empresas informativas”
En la Declaración Universal de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, Art. 19 se expresa: “Todo individuo tiene derecho a la
libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado
a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones,
y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de
expresión.”
En este sentido la difusión de información con las
limitaciones que están claramente determinadas en Leyes y normas
internacionales y nacionales de cada país, va más allá que la simple práctica
de la libertad de expresión.
La información es un derecho de los ciudadanos que no debe ni
puede ser encasillada en falsos conceptos, tales como que se trata de un
“servicio público”.
La ética en el manejo de la información, con veracidad y
responsabilidad, es un principio que debe ser respetado por toda persona
natural y jurídica que desarrolle esta actividad.
En la actualidad existe un amplio debate entre quién debe
informar a la comunidad: ¿El periodismo profesional y/o el periodismo ciudadano?
No veo la utilidad de una confrontación ideológica entre
quienes apoyan una u otra posición.
Considero pertinente traer al debate dos aspectos que a mi
juicio son importantes y que pueden abrir el entendimiento de quienes están por
una u otra posición.
Primero, desde épocas inmemoriales el ser humano ha ejercido
su derecho a expresar sus habilidades y dones, recibidos de manera natural y/o
perfeccionados con la práctica en diversas actividades, tales como: literatura,
música, escultura, pintura, etc. sin que medie la “obligación” de pasar antes
por una formación profesional conferida por algún centro de educación
profesional.
La historia nos entrega múltiples casos que validan este
aserto, muchos de ellos de carácter excepcional.
Segundo, los avances tecnológicos en materia de comunicación,
ha permitido que la información sobre los acontecimientos que se producen en
todo el mundo se conozca y difundan con enorme celeridad y oportunidad, gracias
a internet, principalmente, y con el auxilio de plataformas digitales como: Facebook,
Instagram y Twitter, entre otras.
Las redes sociales han acercado a las personas en el mundo,
permitiendo que la información llegue a la gente: más rápido, con imágenes
fijas y videos, textos cortos y con testimonios de testigos de diversos acontecimientos
y lo que es más importante, en tiempo real.
No se trata de que el generador de información deba ser
periodista profesional o aficionado.
Es evidente que para trabajar en un medio de comunicación
formal (periódico impreso o digital, radio, canal de revisión analógica o
digital) el periodista (reportero) debería contar con un título expedido por un
Centro de Formación Profesional certificado.
Pero también es cierto que una persona que informa a través
de las redes sociales, de un determinado acontecimiento, in situ, acompañado de
imágenes y/o videos, testimonios de testigos y en tiempo real, de tal manera
que quienes reciben la información tienen cabal entendimiento del hecho
sucedido, se convierten automáticamente en comunicadores válidos,
independientemente de que sean periodistas profesionales o no.
Los avances de la tecnología están cambiando la forma y fondo
de muchas actividades, lo cual no quiere decir que determinadas profesiones ya
no son necesarias, pero tampoco, se puede impedir o restringir determinadas
formas de llevar a cabo algunas tareas, bajo la premisa de que no han sido
realizadas por “profesionales”.
Tenemos que abrir la mente a un mundo nuevo, globalizado, en
el cual la tecnología, la innovación y nuevas aplicaciones de productos y
servicios, sustituirán y/o complementarán a los existentes.
La pérdida de cierta credibilidad a determinados medios de
comunicación en el contexto internacional, por causa de sus contradicciones y
falta de transparencia, así como, de algunos de sus periodistas, no significa
que la función de información realizada por los comunicadores (empresas y
personas) deban ser suprimidas en general, “justos por pecadores”
Es una realidad mundial que las empresas de comunicación,
públicas y privadas y sus comunicadores, se valen hoy en día, del apoyo de
ciudadanos que se conectan con ellos por las redes sociales, para enviar
información de hechos que han sido presenciados por ellos y también para opinar
sobre temas que son tratados en vivo por los medios formales de comunicación en
sus noticieros y programas de debate, para conocer sus puntos de vista y opinión.
Considero que para el periodismo profesional ahora y en el
futuro, más que confrontar con el llamado periodismo ciudadano, constituye un
importante aporte para su misión, contar con la colaboración y apoyo de los “ciudadanos
comunicadores”
“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala” (Albert Camus)
En el futuro todos seremos periodistas profesionales o no !!!
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