Considero que es ilustrativo cuando se busca precisión en el
significado de las palabras, acudir a la Real Academia Española –RAE y su
Diccionario.
Así, la RAE define en una de sus acepciones a la ética como: “Conjunto
de normas morales que rigen la conducta de las personas en cualquier ámbito de
la vida”, en otras palabras es un aspecto de la filosofía que se refiere al
bien y sus valores.
También la RAE define a la moral en una de sus acepciones como:
“Doctrina del obrar humano que pretende regular el comportamiento individual y
colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que implican” y al adjetivo
obsoleto como: “Anticuado o inadecuado a las circunstancias, modas o
necesidades actuales”
En Ecuador y lamentablemente en otros países del mundo, vemos
que los principios y valores humanos han ido mutando negativamente, con un
deterioro constante y progresivo.
El principio de legalidad, por el cual todos los ciudadanos y
todos los poderes estamos sometidos a las leyes y al derecho, es letra muerta.
En algunos países las ciudades y el campo se están convirtiendo
en tierra de nadie, donde impera el caciquismo y el poder político y económico.
La Ley es un dibujo creado por quienes controlan el capital
político y la riqueza.
Con estos dos componentes, unos pocos privilegiados usan y
abusan de su poder para elegir entre otros a: gobernantes, congresistas,
jueces, responsables de “organismos de control”, mientras que el “resto” de la
sociedad mira impávidamente como se roban los recursos públicos, en un evidente
contubernio entre funcionarios públicos y operadores privados.
La honradez ya no es sinónimo de una virtud o cualidad que
distingue a una persona, en el nuevo diccionario de los delincuentes de cuello
blanco, es sinónimo de bobería, estupidez e ingenuidad.
La delincuencia organizada ha copado el ámbito urbano y rural,
las instituciones públicas y empresas privadas, y en una danza frenética y sin ningún
recato, muchos bribones se han repartido el pastel de los bienes públicos.
Estos sinvergüenzas llegan al poder, y sus secuaces son puestos
en cargos claves por ellos, para cometer actos ilegales en provecho propio e
incurren en inmoralidades, que han salido a la luz más que por acción de los
Organismos de Control o de la Justicia, por investigaciones de algunos medios
de comunicación privados.
Sorprende y causa indignación, conocer la cantidad y variedad
de latrocinios que salen en cascada a conocimiento público, y además tener la
convicción que lo que presenciamos es tan solo la punta del iceberg de la
corrupción.
En plena crisis de salud pública que azota a toda la
humanidad, en el caso particular de Ecuador, a través de medios impresos,
noticieros televisivos y por las redes sociales, nos enteramos de múltiples actos
de corrupción, entre otros: Negociados en los hospitales públicos (Pruebas para
el COVID-19, mascarillas, guantes, uniformes de protección, fundas para cadáveres,
entre otros) funerarias privadas que facturan por exequias de fallecidos por el
COVID- 19 no realizadas o de fallecidos en otras provincias, operadores
privados que importan vehículos de alta gama con carnés de discapacidad falsos
o vendidos en USD 1.800 cada uno, etc. etc. etc.
Para nada les importa a estos desalmados, que Ecuador hasta
la fecha reporta 53.156 personas infectadas con el COVID-19 y que entre
personas fallecidas por el virus y muertes “sospechosas” se registre 7.308
casos.
Los casos de altas autoridades que han sido juzgadas por
corrupción, en diferentes delitos alcanza a: Presidentes y Vicepresidentes,
Legisladores, Jueces, Contralores, Fiscales, Presidente de “Poder de
Participación Ciudadana”, Ministros de Estado y un sin número de funcionarios
de nivel alto y medio en la administración pública. Mayor aún son los casos en
investigación en la Fiscalía o que no tienen atención por los organismos
responsables.
El sector privado no se escapa de esta suerte de hechos en
casos juzgados y en otros denunciados, de ser parte del contubernio en muchos
casos de corrupción.
La pandemia del coronavirus COVID-19 a más de sus efectos
perniciosos en la salud pública, han desnudado la paradoja que produce la
inequidad producto de la ausencia de políticas públicas: racionales,
coherentes, justas y necesarias para el bien común y la libertad con paz.
Así, “Los que tienen dinero no tienen forma de gastarlo, los
que no tienen dinero no tienen forma de ganarlo” (Javier Mena Libreros)
La podredumbre humana es lacerante en nuestra sociedad, si a
esta realidad sumamos el desempleo y subempleo que crece día a día, estamos a
puertas de un desborde social.
Tanto el Ejecutivo como el Legislativo son incapaces de crear
e implementar políticas públicas que ataquen la creciente vulnerabilidad y marginalidad
en que vive la mayoría de la población urbana y rural.
Estamos a escasos meses para las elecciones de 7 de febrero
de 2021, en las que se elegirá: Presidente y Vicepresidente de la República,
representantes a la Asamblea Nacional y al Parlamento Andino.
Los ecuatorianos si no recapacitamos a tiempo, tropezaremos
una vez más con la misma piedra, eligiendo a politiqueros de oficio o a
oportunistas y demagogos que surgen del poder político y/o del poder económico.
¿Cuándo seremos responsables y entregaremos nuestro voto a
candidatos probos, con transparente trayectoria pública y privada, y que
busquen justicia social, dialogar y arribar a consensos?
En definitiva elegir a personas con aptitudes de estadista
(que planifique y trabaje para varias generaciones) en lugar de llevar al poder
a individuos que apenas pueden gobernar, es un desafío.
La actual crisis de valores éticos y morales en la que se
sumerge el país, es responsabilidad de todos, viene sucediendo desde la pérdida
del rol que deben desempeñar: las familias (Padres, Hijos, hermanos, nietos)
las escuelas, colegios y universidades.
Se está formando profesionales con virtudes intelectuales, más
no personas con valores humanos y con virtudes morales vinculadas al bien.
El materialismo se ha convertido en el sueño de muchas
personas en detrimento de la espiritualidad, importa más las cosas que las
virtudes.
El ídolo que adoran muchos individuos
es el dinero. La “nueva sociedad” se está formando con gente desesperada por lo
material, por lo que no tienen, son personas que no conocen la felicidad, la
paz y el tener la conciencia tranquila.
Tenemos un grave problema con la corrupción y es nuestro
deber solucionarlo.
¿Cómo?
Involucrándonos en la solución, la situación
exige una intervención urgente de todos, hagamos uso de nuestros derechos
constitucionales, el mejor para el corto plazo, es dar un destino correcto al
poder del voto en las urnas, eligiendo a gente honesta, de principios, que haya
demostrado que sirve a los demás y que no vienen para servirse del poder.
En el mediano y largo plazo, retomemos la función vital de la
familia, que es educar a los hijos para que sean buenos seres humanos: honestos,
solidarios, humildes, agradecidos y justos, principalmente.
Compete primordialmente a las instituciones de educación (Primaria,
secundaria y universitaria) reforzar en sus alumnos las virtudes de la
sabiduría, la prudencia y la técnica.
¡No podemos aceptar que la ética y la moral en nuestro país,
sean algo obsoleto!
“Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este
mundo” (Albert Camus)
“Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos, y con el amor los errores de nuestra moral” (José Ortega y Gasset)