sábado, 27 de junio de 2020

ÉTICA Y MORAL: ¿OBSOLETAS?

Considero que es ilustrativo cuando se busca precisión en el significado de las palabras, acudir a la Real Academia Española –RAE y su Diccionario.

Así, la RAE define en una de sus acepciones a la ética como: “Conjunto de normas morales que rigen la conducta de las personas en cualquier ámbito de la vida”, en otras palabras es un aspecto de la filosofía que se refiere al bien y sus valores.

También la RAE define a la moral en una de sus acepciones como: “Doctrina del obrar humano que pretende regular el comportamiento individual y colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que implican” y al adjetivo obsoleto como: “Anticuado o inadecuado a las circunstancias, modas o necesidades actuales”

En Ecuador y lamentablemente en otros países del mundo, vemos que los principios y valores humanos han ido mutando negativamente, con un deterioro constante y progresivo.

El principio de legalidad, por el cual todos los ciudadanos y todos los poderes estamos sometidos a las leyes y al derecho, es letra muerta.

En algunos países las ciudades y el campo se están convirtiendo en tierra de nadie, donde impera el caciquismo y el poder político y económico.

La Ley es un dibujo creado por quienes controlan el capital político y la riqueza.

Con estos dos componentes, unos pocos privilegiados usan y abusan de su poder para elegir entre otros a: gobernantes, congresistas, jueces, responsables de “organismos de control”, mientras que el “resto” de la sociedad mira impávidamente como se roban los recursos públicos, en un evidente contubernio entre funcionarios públicos y operadores privados.

La honradez ya no es sinónimo de una virtud o cualidad que distingue a una persona, en el nuevo diccionario de los delincuentes de cuello blanco, es sinónimo de bobería, estupidez e ingenuidad.

La delincuencia organizada ha copado el ámbito urbano y rural, las instituciones públicas y empresas privadas, y en una danza frenética y sin ningún recato, muchos bribones se han repartido el pastel de los bienes públicos.

Estos sinvergüenzas llegan al poder, y sus secuaces son puestos en cargos claves por ellos, para cometer actos ilegales en provecho propio e incurren en inmoralidades, que han salido a la luz más que por acción de los Organismos de Control o de la Justicia, por investigaciones de algunos medios de comunicación privados.

Sorprende y causa indignación, conocer la cantidad y variedad de latrocinios que salen en cascada a conocimiento público, y además tener la convicción que lo que presenciamos es tan solo la punta del iceberg de la corrupción.

En plena crisis de salud pública que azota a toda la humanidad, en el caso particular de Ecuador, a través de medios impresos, noticieros televisivos y por las redes sociales, nos enteramos de múltiples actos de corrupción, entre otros: Negociados en los hospitales públicos (Pruebas para el COVID-19, mascarillas, guantes, uniformes de protección, fundas para cadáveres, entre otros) funerarias privadas que facturan por exequias de fallecidos por el COVID- 19 no realizadas o de fallecidos en otras provincias, operadores privados que importan vehículos de alta gama con carnés de discapacidad falsos o vendidos en USD 1.800 cada uno, etc. etc. etc.

Para nada les importa a estos desalmados, que Ecuador hasta la fecha reporta 53.156 personas infectadas con el COVID-19 y que entre personas fallecidas por el virus y muertes “sospechosas” se registre 7.308 casos.

Los casos de altas autoridades que han sido juzgadas por corrupción, en diferentes delitos alcanza a: Presidentes y Vicepresidentes, Legisladores, Jueces, Contralores, Fiscales, Presidente de “Poder de Participación Ciudadana”, Ministros de Estado y un sin número de funcionarios de nivel alto y medio en la administración pública. Mayor aún son los casos en investigación en la Fiscalía o que no tienen atención por los organismos responsables.

El sector privado no se escapa de esta suerte de hechos en casos juzgados y en otros denunciados, de ser parte del contubernio en muchos casos de corrupción.

La pandemia del coronavirus COVID-19 a más de sus efectos perniciosos en la salud pública, han desnudado la paradoja que produce la inequidad producto de la ausencia de políticas públicas: racionales, coherentes, justas y necesarias para el bien común y la libertad con paz.

Así, “Los que tienen dinero no tienen forma de gastarlo, los que no tienen dinero no tienen forma de ganarlo” (Javier Mena Libreros)

La podredumbre humana es lacerante en nuestra sociedad, si a esta realidad sumamos el desempleo y subempleo que crece día a día, estamos a puertas de un desborde social.

Tanto el Ejecutivo como el Legislativo son incapaces de crear e implementar políticas públicas que ataquen la creciente vulnerabilidad y marginalidad en que vive la mayoría de la población urbana y rural.

Estamos a escasos meses para las elecciones de 7 de febrero de 2021, en las que se elegirá: Presidente y Vicepresidente de la República, representantes a la Asamblea Nacional y al Parlamento Andino.

Los ecuatorianos si no recapacitamos a tiempo, tropezaremos una vez más con la misma piedra, eligiendo a politiqueros de oficio o a oportunistas y demagogos que surgen del poder político y/o del poder económico.

¿Cuándo seremos responsables y entregaremos nuestro voto a candidatos probos, con transparente trayectoria pública y privada, y que busquen justicia social, dialogar y arribar a consensos?

En definitiva elegir a personas con aptitudes de estadista (que planifique y trabaje para varias generaciones) en lugar de llevar al poder a individuos que apenas pueden gobernar, es un desafío.

La actual crisis de valores éticos y morales en la que se sumerge el país, es responsabilidad de todos, viene sucediendo desde la pérdida del rol que deben desempeñar: las familias (Padres, Hijos, hermanos, nietos) las escuelas, colegios y universidades.

Se está formando profesionales con virtudes intelectuales, más no personas con valores humanos y con virtudes morales vinculadas al bien.

El materialismo se ha convertido en el sueño de muchas personas en detrimento de la espiritualidad, importa más las cosas que las virtudes.

El ídolo que adoran muchos individuos es el dinero. La “nueva sociedad” se está formando con gente desesperada por lo material, por lo que no tienen, son personas que no conocen la felicidad, la paz y el tener la conciencia tranquila.

Tenemos un grave problema con la corrupción y es nuestro deber solucionarlo.

¿Cómo?

Involucrándonos en la solución, la situación exige una intervención urgente de todos, hagamos uso de nuestros derechos constitucionales, el mejor para el corto plazo, es dar un destino correcto al poder del voto en las urnas, eligiendo a gente honesta, de principios, que haya demostrado que sirve a los demás y que no vienen para servirse del poder.

En el mediano y largo plazo, retomemos la función vital de la familia, que es educar a los hijos para que sean buenos seres humanos: honestos, solidarios, humildes, agradecidos y justos, principalmente.

Compete primordialmente a las instituciones de educación (Primaria, secundaria y universitaria) reforzar en sus alumnos las virtudes de la sabiduría, la prudencia y la técnica.

¡No podemos aceptar que la ética y la moral en nuestro país, sean algo obsoleto!

“Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo” (Albert Camus)

“Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos, y con el amor los errores de nuestra moral” (José Ortega y Gasset)

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