miércoles, 10 de junio de 2020

ECUADOR: POLITICORRUPCIÓN


El Diccionario de la Lengua Española define a la Política en una de sus acepciones como: “Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos”, mientras que a la Corrupción la define como: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”

Para nadie es desconocido que a través de los años en el Ecuador, la corrupción ha echado raíces en todos los estamentos de la sociedad, y que, se propaga con tal rapidez y virulencia, que ha entrado a la categoría de una pandemia.

La perniciosa relación pública-privada en el manejo de la cosa pública, tiene una variedad de matices que no deja de asombrar hasta a los más incrédulos, las artimañas utilizadas para robar los dineros públicos es burda en unos casos y creativa en otros.

Pero: ¿Cuál es el verdadero origen de este mal?

No es otro que la “Política” convertida en doctrina, que expresada por un grupo de personas (partido político) carentes de principios éticos y morales, han acuñado el término ideología (estudio de las ideas-siglos XVIII y XIX) para como élite, apropiarse del poder y a través de este medio, el fin ulterior, que no es otro que enriquecerse indebidamente con los recursos públicos.

La política en nuestro país, como en el mundo entero es: Egoísmo, astucia, hipocresía, falsedad, engaño, enriquecimiento fácil, entre otros aspectos.

Pero la metamorfosis de la política en los últimos tiempos ha producido bandas de delincuencia organizada, filibusteros que a la usanza de los piratas de antaño, saquean las arcas del Estado, y buscan llegar al poder para ir al abordaje del Presupuesto del Estado.

El territorio físico del país se ha dividido para estas mafias por: Provincias, Cantones y Parroquias y en otros casos por: Gobernación, Municipios y Consejos Provinciales, desde donde, especialmente a través de la obra pública, utilizan varios mecanismos para robar el dinero del pueblo, mediante diferentes modalidades, entre otras: Sobrevaloración de obras, coimas, robo de bienes, lavado de dinero, tráfico de influencias, todo ello en contubernio con operadores privados.

Esta lacra sucede todos los años, meses y semanas, no termina nunca, sin importar la situación económica y social del país, y últimamente, en plena pandemia sanitaria producto del COVID-19, sobre los cadáveres de miles de fallecidos y el dolor de sus familiares.

Hemos comprobado una vez más la pura verdad de la ausencia de liderazgo en los Poderes del Estado, la mediocridad campea y causa angustia oír y leer lo que expresan diferentes funcionarios públicos sobre sus funciones y la responsabilidad de sus cargos.

La ignorancia en los gestores de muchas instituciones públicas abruma, y muchos de ellos consideran que al delegar funciones quedan eximidos de responsabilidad alguna. En la Constitución del Ecuador y en otras Leyes, están claramente establecidas que facultades que se pueden delegar y en particular, en las compras públicas, la delegación no excluye las responsabilidades del delegante.

¿Pero que hacemos los ciudadanos de bien, personas honradas y de principios éticos y morales, para frenar este mal?

La indolencia y el quemeimportismo nos sitúa en calidad de “cómplices” de estos miserables, que cobijados en una pseudo organización política, llegan al poder mediante el engaño y financiados por empresarios que lucran a expensas del pueblo que vive en condiciones de pobreza y extrema pobreza.

Nuestro voto expresado en las urnas sin conciencia y responsabilidad, permite que sean electos verdaderos sátrapas, ávidos de poder y riqueza y que con engaños y demagogia confunden a un pueblo en su mayoría sano, pero sin mayor educación y cultura.

Usemos las redes sociales y las calles para sacar del poder a políticos corruptos que se han enquistado en varias instituciones públicas, amparados en los derechos que nos otorga la Constitución Política vigente, así como a sus secuaces, e impidamos por los mismos medios que accedan al poder gente descalificada ética y moralmente, algunos escudados en amañados concursos de meritocracia.

Hay entre otros, tres males de la política que con el voto responsable debemos desterrar: La corrupción, la ineptitud y la autocracia.

Pero existe un foco de infección al que los ecuatorianos no le hemos dado la debida atención, el Consejo Nacional Electoral-CNE.

La Contraloría General del Estado emitió en agosto de 2019, el resultado de un examen a los sistemas informáticos e infraestructura tecnológica, además ha hecho observaciones al Registro Electoral y a la trasmisión y publicación de resultados que no cuentan con controles de validación, señalando que esta situación no garantiza la integridad, confiabilidad y disponibilidad de la información.

¿Se están dando el seguimiento necesario a estas graves falencias del CNE por parte de las autoridades competentes?

¿Existe el peligro de que entre gallos y medianoche se produzca un fraude electoral en los próximos comicios a celebrarse el 7 de febrero de 2021 (primera vuelta) y de ser el caso, el 11 de abril (segunda vuelta)?

Los ecuatorianos debemos estar alertas al proceso eleccionario próximo, más aún con las tristes experiencias del pasado.

¿Hay que acuñar una nueva palabra para identificar a esta nueva clase de politiqueros, mafiosos y miembros de bandas de delincuencia organizada?

Propongo llamarla: ¡Politicorrupción!

¡El País se juega su futuro en las próximas elecciones!

“Una papeleta de voto es más fuerte que una bala de fusil” (Abraham Lincoln)

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