Libertad, igualdad y fraternidad, no son tres palabras más
del vocabulario de la gramática latina, a partir de su uso como emblema de la
revolución francesa (1789) se convirtieron en un símbolo de la herencia que el mundo
recibió de un pueblo cansado del poder absoluto de la monarquía: “Liberté,
Égalité, Fraternité”. Estas palabras se le atribuyen al teólogo y escritor
francés François Fénelon.
Libertad:
Dijo Séneca.- “No hay lugar tan estrecho donde no se pueda
elevar el pensamiento al cielo“
Según Voltaire.- “Podré no estar de acuerdo con lo que dices,
pero defenderé hasta la muerte tu derecho de manifestarlo”
Igualdad:
Expresó Aristóteles.- “Se piensa que lo justo es lo igual, y
así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa por el contrario
que lo justo es lo desigual, y así es; pero no para todos, sino para los
desiguales”
Fraternidad:
Pensamiento de Juan XXIII.-”Nunca vaciles en tender la mano;
nunca titubees en aceptar la mano que otro te tiende”
Los tres presupuestos antes enunciados constituyen un trípode
básico de la naturaleza humana, independientemente de la visión filosófica y
política que se quiera dar a los mismos. Se han constituido con el tiempo en
derechos fundamentales de las personas, sobre los cuales no cabe bajo ninguna
circunstancia: renunciamiento, enajenación, prescripción, discriminación e indemnidad,
entre otros aspectos.
La relación mandante (pueblo) con la del mandatario
(funcionario público) es de absoluta primacía del primero sobre el segundo, o
dicho de otra manera, el mandatario está subordinado al mandante en el todo y
sus partes. No existe ambigüedad alguna sobre este concepto, y así lo
encontramos en todas las constituciones republicanas.
Entonces, ¿cómo entender que partidos y movimientos políticos
se hayan abrogado derechos fundamentales de las personas, estipulados en la
Constitución?
Se explica cuando una autocracia disimula “gobernar” sustrayéndose
los derechos constitucionales del mandante y utilizando artilugios demagógicos,
se convierte de hecho en una cuasi democracia, en una dictadura de facto.
Esta metamorfosis solo es posible cuando se aprovechan de la
falta de cultura de gran parte de los ciudadanos, los cuales caen con facilidad
ante las promesas huecas, a su propia desesperanza y sucumben a las ofertas
asistencialistas para el presente, hipotecando su capacidad de auto sustentarse
en el futuro.
Esta suerte de metástasis viene tomándose el cuerpo de la
sociedad, en razón de que los politiqueros han acuñado para si el refrán: “que
el fin justifica los medios”
Capturar el voto ciudadano es el medio utilizado por un partido
o movimiento político para llegar al poder, y el fin para su supervivencia es
permanecer allí indefinidamente. Los medios más idóneos para los autócratas,
son, entre otros: descalificar a los “enemigos” (no existen adversarios); dividir
a las personas entre: buenos y malos, ricos y pobres, explotadores y
explotados; romper la institucionalidad; eliminar el contrapeso de poderes;
suprimir la libertad de expresión; someter a los medios de comunicación
privados; encontrar culpables en los que no piensan igual; atrofiar la empresa
privada productiva; infiltrarse en las fuerzas armadas y politizarla; socavar
las bases religiosas; acumular riqueza para callar y comprar conciencias y
crear un poder ejecutivo omnímodo.
Para sostener este último fin supremo, la reelección
indefinida es fundamental, razón de vida o muerte. En su visión, el fracaso no
es una opción, pero si acaso llegarán a perder el poder, en su proyecto
político está previsto la construcción de una red de “amigos” (dígase gobiernos
afines ideológicamente) que en base a favores extendidos durante años de
gobierno, ya sean éstos de tipo económico y/o político, serán un refugio seguro
para eludir las consecuencias de sus acciones, primordialmente en el ámbito judicial.
Consterna constatar en muchos países, lo efímero de derechos
constitucionales que en teoría protegen a los ciudadanos, tales como: libertad,
igualdad y fraternidad. Cuando estos politiqueros emergen casi de la nada, aparece
una nueva forma de colonialismo no extranjero, disfrazado de partido o
movimiento político, para cínicamente subyugar a todo un pueblo y alcanzar sus fines
protervos.
El filósofo griego Sócrates dijo: “Si yo me hubiera dedicado
a la política. ¡Oh atenienses!, hubiera perecido hace mucho tiempo y no hubiese
hecho ningún bien ni a vosotros ni a mí mismo“
Coincido en que es necesario construir una identidad política en Ecuador. Solo se han copiado realidades de otros países!!!
ResponderEliminarNADIE POR NINGUNA RAZÒN PUEDE PRETENDER BURLAR NUESTROS DERECHOS CONSTITUCIONMALES, PEOR HABLANDO EN FAVOR DE UNA SEUDOREVOLUCIÒN.
ResponderEliminarLa única revolución es la de la razón, ello implica respeto a los derechos de los demás.
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