Es un principio de aceptación casi general que para que se puedan
aplicar políticas públicas efectivas en materia de justicia y bienestar social,
que combatan la inequidad y la desigualdad, es imprescindible pero no
suficiente que una economía mantenga una tasa de crecimiento económico sostenible
en el tiempo, por encima del 5% anual.
Esta premisa debe aplicarse con mayor rigurosidad a países
donde la brecha es enorme, entre aquellos que tienen acceso a servicios
públicos básicos: educación, salud, vivienda, seguridad, etc. adecuados (países
desarrollados) frente a otros países donde estos servicios son incipientes, de
mala calidad y no abarcan a toda la población (países de menor desarrollo
relativo y emergentes)
La radiografía común en estos últimos países deja ver: ausencia
de verdaderas democracias, carencia de políticas públicas concertadas y de
largo plazo, débil institucionalidad, inseguridad jurídica, alarmantes índices
de pobreza y extrema pobreza, crecimiento económico negativo o incipiente, corrupción,
inseguridad, etc. todo lo cual se refleja en índices alarmantes de desigualdad
e inequidad en la población.
¡En este escenario, lamentablemente la política ha constituido
el problema y no la solución!
Los altos indicadores de desempleo y subempleo dan cuenta de
la ausencia de políticas públicas adecuadas o de la ausencia de ellas.
Hay una preocupación casi general en la mayor parte de los
países de menor desarrollo relativo y países emergentes, por cuidar los empleos
productivos existentes, pero poco se hace por eliminar los empleos
improductivos (cuotas políticas) que se manifiestan en Estados obesos, donde el
clientelismo carcome los exiguos recursos públicos y se produce un enorme
déficit fiscal.
La incapacidad de generar empleos productivos es alarmante en
contraste con la cantidad de ciudadanos jóvenes que se encuentran en edad de
trabajar, y que año tras año engrosan las estadísticas de individuos con
títulos técnicos y profesionales (de tercer y cuarto nivel) que están en la desocupación
y también se aprecia que aumentan los guarismos de subempleados, que realizan trabajos
mal remunerados que en muchos casos los ubican en la línea de pobreza o extrema
pobreza.
La responsabilidad de esta triste realidad la comparten los
gobiernos de turno y los gremios empresariales y de trabajadores, por más todos
se rasguen las vestiduras. Cada cual tira a su molino y es incapaz de actuar en
función del país.
Desde hace muchos años atrás, estamos cercanos (por la
tecnología e información) a países donde las cosas se hacen técnicamente y bien,
y en los cuales los políticos, gremios de empresarios, de trabajadores y la
academia reman en la misma dirección. El resultado evidente es progreso y
bienestar social.
Pero en particular, si nos referimos de América Latina, la
consigna parecería ser: “todos contra todos”, no existe el “ganar-ganar”.
Cifras publicadas por la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe-CEPAL (Enero 2019) dan cuenta de datos preocupantes
relativos a la pobreza y extrema pobreza en la región:
*En el año 2017 cerca de 184 millones de personas, o sea el
30,2% de la población vivía en condiciones de pobreza.
*En el año 2017 aproximadamente 62 millones de personas, esto
es el 10,2% estaba en situación de pobreza
extrema. Este porcentaje es el más alto desde el año 2008.
*Aspecto positivo es según la CEPAL, que existe menos
desigualdad en la región a partir del año 2000.
Pero es llamativo y debe ser materia de análisis y reflexión
de los políticos y de la población en general los datos que se presentan a
continuación (Fuente: CEPAL-Año 2017):
*Una media de la población ocupada (aproximadamente el 40%)
recibe ingresos menores al salario mínimo vital de sus respectivos países. Las
mujeres son más discriminadas y representan el 48.7%. En los jóvenes hombres (15
a 24 años) la participación relativa sube al 55.9%, mientras que en las mujeres
crece al 60.3%
*Los hombres representaron el 74.4% del mercado laboral
frente al 50.2% de las mujeres.
*Más del 50% de ellas trabajan en actividades de baja
productividad y lo cual es aberrante, el 80% de ellas no están respaldadas por
un sistema de seguridad social (pensiones)
Según la CEPAL: “el
vínculo entre la evolución de la economía (sintetizada en el PIB) y los
ingresos que efectivamente llegan a los hogares, está condicionado por diversos
factores estructurales e institucionales que resultan ser determinantes
fundamentales paras las posibilidades de mejorar el bienestar y reducir la
pobreza en los países.”
En Ecuador según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas
y Censos (INEC) derivadas de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo,
de junio del año 2017, se obtienen los siguientes datos:
-La pobreza por ingresos a nivel nacional fue del 23,1% a junio del año 2017, lo cual significó un
0,6% menos que la registrada en junio del año 2016. (No se aclara si incidió o
no el crecimiento de la población en ese año)
-La pobreza extrema por ingresos a nivel nacional fue del
8.4% a junio del año 2017, mientras que a junio del año 2016 fue del 8.6%, con
una reducción en el período analizado del 0,2% (No se aclara si incidió o no el
crecimiento de la población en ese año)
Nota: Cabe mencionar que el INEC para la medición de la
pobreza compara el ingreso per cápita del hogar con la línea de pobreza y
pobreza extrema (a junio del año 2017 los ingresos base para estos indicadores
fueron: US$ 85,58 para línea de pobreza y UD$ 48,23 para la línea de extrema
pobreza.
Los hogares que tuvieron ingresos per cápita menores a los valores
antes indicados se registran como pobres y pobres extremos, respectivamente.
-La desigualdad de ingresos per cápita familiar medida a
través del coeficiente de Gini (es un indicador que se encuentra entre cero (0)
igualdad perfecta y uno (1) que indica ausencia de igualdad) a junio del año
2017 a nivel nacional fue de 0,462 mientras que a junio del año 2016 fue de
0,465
Los países de América Latina que constituyen el enfoque de
este artículo, deben construir políticas públicas consensuadas y sostenibles en
el largo plazo, a fin de implementar medidas económicas efectivas que
contribuyan a una distribución y redistribución de los ingresos más equitativa,
y que consigan reducir significativamente la desigualdad existente en nuestros
países.
¿Cómo se pueden conseguir estos objetivos?
1. Con pragmatismo;
2. Insertándose en la
globalización;
3. Concertación (horizonte
20-30 años) entre: Gobierno, empresarios y trabajadores;
4. Implantando medidas
económicas estructurales;
5. Convirtiendo a la
educación en el motor de la economía;
6. Con democracia e
institucionalidad;
7. Con justicia social;
8. Con seguridad jurídica;
y,
9. Con un real contrapeso en
los poderes del Estado.
¿Quien se atreve a cambiar la injusticia que hace que cada vez hayan pocos con más del 95% de la riqueza del mundo y más del 95% de la gente con menos del 5% de la riqueza? ¿Es eso justicia social?
ResponderEliminarLOS GOBIERNOS CORRUPTOS Y LOS EMPRESARIOS ENLOQUECIDOS POR EL DINERO, SON LOS CULPABLES DE LA POBREZA Y EXTREMA POBREZA EN LA GRAN CANTIDAD DE PAÌSES DEL MUNDO.
ResponderEliminarLa pobreza es hija de la ambición por el dinero, la corrupción y los amarres de lo políticos y jueces deshonestos.
ResponderEliminarEl Mayor perjuicio a la equidad y factor de injusticia social, es la corrupción que se roba los escasos recursos públicos. El Correismo se burló de la ingenuidad de los ecuatorianos descaradamente. Para ello vinieron ¡A ROBAR!
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